PS_NyG_2011v058n003p0543_0573

JUAN RAMÓN FUENTES JIMÉNEZ con la persona. Cuando Cristo llama, por ejemplo, al joven rico a que se desprenda de sus riquezas para los más necesitados, lo que está pidiendo a ese personaje bíblico es que sacrifique sus mayores bie­ nes a favor de otros; y esto al solicitarlo Cristo lo hace porque sabe que la persona es capaz de protagonizar actos de esta nobleza en beneficio de otros. De alguna manera, en Stuart Mili también prende esta idea cuando el londinense asevera que la moral del utilitarismo reconoce en el individuo la capacidad de sacrificar su propio bien a favor de otros53. Por tanto, el utilitarismo que presenta Stuart Mili desea crear un sentimiento de unidad con nuestros semejantes; pretende arraigar dicho sentimiento de modo profundo en nuestro propio carácter54 para que las sociedades sean mejores moral y materialmente. Pero esos mismos deseos son no sólo humanos sino cristianos. Hay, pues, una conexión entre Cristo o el cristianismo y el utilitarismo. John Stuart se posiciona en este sentido con nitidez y cuando él establece la relación entre la intención de Cristo a favor de los demás, Mili está así estableciendo una relación de compatibilidad entre su doctrina y la de la ética cristiana. Para Mili, parece, que tanto la ética cristia­ na como la utilitaria deben contar con la formación de carácter del individuo55. La valoración positiva del cristianismo en estado puro es cierta­ mente clara en Mili, señalando como espíritu de la utilidad la regla de oro de Jesús de Nazaret: “ compórtate con los demás como quie­ ras que los demás se comporten contigo y ama al prójimo como a ti mismo ”56. Mili señala estas ideas como la perfección ideal de la moral utilitarista. Así, puede afirmarse que el cristianismo primigenio es 53 Cf. J. S. MILL, Essays on Ethics, Religión and Society , en Collected Works ofJ. S. Mili (ed. J. M. Robson), O. c., vol X, 215: The utilitarian morality does recognise in human beings thepoiver ofsacrificing their oum greatest goodfo r the good of others. 54 O. c., 34. En la misma dirección se expresa el Priestly, autor de la Intro­ ducción. 55 Ib. Así parece que también lo estima Priestly. 56 Cf. J. S. MILL, El Utilitarismo, O. c., 62. 566 NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-dic¡embre, 2011, 543-573, ISSN: 0470-3790

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz