PS_NyG_2011v058n003p0543_0573

LA TEOLOGÍA EN LA FILOSOFÍA UTILITARISTA DE JOHN STUART MILL (I) Para poder entender este posicionamiento es necesario aclarar qué es el utilitarismo. Se trata de una doctrina que abarca el campo de la ética, de la moral, de la sociología, de la política. El utilitarismo, en tanto que doctrina ética pretende alcanzar un fin, la felicidad. En este sentido hay que indicar que si bien el utilitarismo hunde sus raíces en el hedonismo epicúreo, no es menos cierto que se distan­ cia de éste ¿Por qué? Sencillamente porque mientras el epicureismo busca el placer individual, el utilitarismo pretende el placer de la mayoría de individuos que sea posible. Así, el hedonismo epicúreo es un hedonismo individual, en tanto que el utilitarismo es un he­ donismo social. Ahora bien, la consecución de la felicidad general sólo es posible si se parte del individuo concreto particular. Partiendo de ese indivi­ duo lo que postula el utilitarismo es el cultivo del carácter, del genio, de la individualidad de cada uno como si de los talentos cristianos se tratasen. El propio Mili, al respecto, afirma que el utilitarismo puede lograr sus fines sólo si se cultiva la nobleza de carácter del individuo50. ¿Cómo se cultiva esa nobleza de carácter? Parece que en este sentido la virtud es fundamental; la virtud es el origen de la felicidad51. Esa virtud que hay que cultivar y que traerá un carácter noble en los individuos no es otra que la del altruismo, la de la generosi­ dad que comporta anteponer los intereses de cada uno a favor de los intereses comunes52. Sólo así las sociedades podrán ser felices y, por tanto, libres. Parece que, de algún modo, la filosofía utilitarista guar­ da relación con la doctrina que predica Cristo, en tanto que la idea de que el individuo está en este mundo para ser feliz con los demás, no a costa de los demás, es palmaria en el compromiso de Cristo 50 Cf. J. S. MILL, Essays on Ethics, Religión and Society, en Collected Works of J. S. Mili (ed. J. M. Robson), O. c., vol. X, 213: Utilitarianism could, therefore, Only attain its end by the general cultivation of nobleness of charácter. 51 O. c., 33. En este mismo sentido opina el autor de la Introducción de esta obra, F. E. L. Priestley. 52 Ib. Así se expresa otra vez el citado autor de la Introducción a Three Essays... NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-diciembre, 2011, 543-573, ISSN: 0470-3790 565

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz