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LA TEOLOGÍA EN LA FILOSOFÍA UTILITARISTA DE JOHN STUART MILL (I) que se pasan de sociedad en sociedad desde unas determinadas ins tancias, ya sean políticas, educativas o del tenor que fueren28. ¿Pero con qué fin la creencia en la inmortalidad humana es tan fundamental? Mili se plantea la cuestión considerando el argumento, presumiblemente robusto, a favor de otra vida tras la muerte, la cual se encargue de “reajustar la balanza”. Entiende que el individuo espera en esa otra vida el bien que aquí le faltó, que busca ese consuelo. Pero ese argumento lo que hace es presuponer y admitir que el orden de las co sas en esta vida es con frecuencia un ejemplo claro de injusticia, como ya se dijo con anterioridad. Todo ello hace que Mili valore la creencia en la inmortalidad como elemento de satisfacción en la persona: Cada persona espera encontrar en esa otra vida el bien que no ha podido encontrar en la tierra o una mayor perfección que le ha venido sugerida por los bienesparciales que ha vistoy conocido en este mundo (...). Mientras la vida humana esté plagada de sufrimientos, seguirá habiendo una necesidad de buscar consuelo (...)29. Esa necesidad de buscar consuelo, parece que se circunscribe al ámbito de lo instintivo. Para Mili, la inmortalidad es un deseo del hombre30. Pero un deseo de vivir siempre, de ser siempre. Ahora bien, Mili no puede desdecirse de sus argumentos inductivistas y por ello obviamente ese deseo no implica necesariamente que siga exis tiendo vida tras la muerte31. En definitiva, para Stuart Mill la llamada vida inmortal es, en realidad, mayor cantidad de vida. 28 O. c., 459. The belief, however, in human inmortality, in the minds of marind generally, isprobably not grounded on any cisentific arguments eitherphisy- cal or methaphisycal, but on foundations with most minds much stronger, namely on one han the disagreeableness of living up existente and on the other the general traditions of mankind 29 Cf. J. S. MILL, La Utilidad de la Religión , Madrid, Alianza, 1986, 74. 30 Cf. J. S. MILL, Essays on Ethics, Religion and Society , en Collected Works of J. S. Mill (ed. J. M. Robson), (o. c.), vol X, 460. We are told that the Desire of inmor tality is one of our instincts, and that there is not instinct which has not correspond ing to it a real objectfitted to satisfy it. 31 lb. To súpose that the Desire of life guarantees to us personally the reality of life through all eternity, is like supposing that the Desire offood assures us that NAT. GRACIA LVIII 3/septiembre-diciembre, 2011, 543-573, ISSN: 0470-3790 555
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