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EL HORIZONTE ÉTICO-EXISTENCIA! DEL MUNDO MULTICULTURAL. al contrario, que desdeñara la teología ni los estudios. Lo que de­ seaba era que las operaciones intelectuales tuvieran un sentido: “Y debemos también honrar y tener en veneración a todos los teólogos y a los que nos administran las santísimas palabras divinas, como a quienes nos administran espíritu y vida ”37. Desde el principio, no sin oposición por algunos hermanos de la Orden, se quiso realizar una lectura teológica de sus intenciones, conscientes de que las pa­ labras del Fundador era una traducción de un lugar común en la espiritualidad de la época: enseñar con la palabra y el ejemplo de vida38. Destacan varios autores con gran profundidad intelectual des­ de Alejandro de Hales hasta la filosofía premoderna de Guillermo de Occam o la original lectura de Duns Escoto. De entre ellos, san Bue­ naventura se señala por varios motivos, en su esfuerzo por exponer el pensamiento franciscano39 de esta época medieval, sobre todo, respecto a la concepción del ser creado y la persona en el contexto del pensamiento franciscano. Y ello tanto por su personal empeño en profundizar (espiritual y teológicamente) la figura de san Fran- biblico-teologica delle Fonti Francescane, Roma, Pubblicazioni dell’Istituto Aposto- lico, 1979, 247-260. 37 Test 13. 38 Docere verbo et exemplo era un tema común en la espiritualidad del siglo XII. Cf. C. W. BYNUM, “Docere Verbo et Exemplo ” An Aspect of Twelfth- Century Spirituality, Missoula, Mont., Scholars Press, 1979. Y fue asimilado por el franciscanismo y el propio Francisco. Cf. B. MC GINN, The influence of St. Francis on the Theology of the high Middle Ages: The testimony of St. Bonaventure , en, F. DE A. CHAVERO (ed.), Bonaventuriana: Miscellanea in onore difacques Guy Bougerol ofm , vol. 1, Roma, Ed. Antonianum, 1988, 97-117. 39 Una discusión ya larga se extiende sobre el espíritu original franciscano en san Buenaventura, sobre todo desde el giro negativo de Sabatier para quien el Seráfico nunca comprendió el espíritu de san Francisco (P. SABATIER, Life of St. Francis of Assisi, New York, Charles Scribner’s sons, 1920, 236, 239-251). Para una situación sobre este tema, cf. E. R. DANIEL, St. Bonaventure a faithful disciple of St. Francis? A reexamination e f the question, en COMMISSIONIS INTER. BONAVENTU- RLANAE (dir.), S. Bonaventura 1274-1974: Volumen commemotativum anni septies centenarii a mortes Bonaventurae Doctoris Seraphici, vol. 2, Grottareffata (Roma), Ed. Collegii S. Bonaventurae ad Claras Aquas, 1973, 171-187; L. FURGON, San Bue­ naventura, intérprete del idealfranciscano , en Cuadernos Franciscanos de Renova­ ción Al (1979) 141-147. Ver también la nota anterior sobre la “cuestión franciscana”. NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 419-453, ISSN: 0470-3790 439

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