PS_NyG_2011v058n002p0385_04170410

BERNARDINO DE ARMELLADA qu e este n iño está destinado a ser signo d e contradicción, y a ti misma una espada te traspasará el a lm a (Le 2,34-35). En verdad su dolor fue inmenso como el mar, desde el momento en que también su amor hacia Cristo fue el más grande que se puede imaginar34. Finalmente, Lorenzo no tiene reparo en llamar ‘sacerdote’ a María al lado de la Cruz del Hijo. Lo fundamenta en su condición de ‘madre’: Madre de Cristo y Madre nuestra, ofreciendo su dolor con el de Cristo por nues­ tra salvación. “María nos ama a todos con amor, no digo natural en cuanto que es de nuestra carne y sangre, antes bien nos acompaña con profíindo afecto de su corazón, maternal y sincero, como los pa­ dres acostumbran a hacer con sus hijos. ¿Y no es por ventura verdad que ella puso en peligro su vida por nosotros, cuando, estando al pie de la cruz de Cristo, llena del espíritu del verdadero Abrahán, ofreció al eterno Padre, espiritualmente y en la misma realidad, el sacrificio de su divino Hijo por la salvación del mundo? Estaba en p ie jun to a la Cruz (Jn 19,25), pero la sostenía la fuerza del espíritu y la quería allí su corazón materno. El espíritu d e María era el Sacerdote , como la Cruz era el altar y Cristo la víctima del sacrificio. Si bien Cristo era el sacerdote principal que se inmolaba a sí mismo, el espíritu de María estaba unido al espíritu de Cristo; más aún, era una sola alma con Él, como un único espíritu en dos cuerpos. Realmente el espíritu d e Ma­ ría, un ido a l d e Cristo, ejercía una acción sacerdotal junto al altar de la cruz: ofreciendo al Dios eterno el sacrificio de Cristo por la salva­ ción del mundo”. ¡Oh admirable y verdaderamente divina caridad de María para con nosotros! De ella, como del Padre, con el que fue muy semejante, podemos decir: “Tanto am ó a l mundo, hasta el extremo d e entregarle su Hijo Unigénito, p a r a qu e qu ien crea en Él no perezca, sino qu e tenga la vida eterna ”(Jn 3, i 6). Por eso ¡qu é motivo d e jú b ilo y alegría es p a r a el mundo sa b er qu e p o see an te Dios Omnipotente una tan p od ero sa p a tron a y abogada, p a r a la cu al no hay n ad a imposible, y qu e con am o r d e m adre sólo desea y p id e el bien p a r a nosotros ! ”35. 34 “Mare etiam amaritudinis dicitur ob spirituale martyrium in Filii passione: Ecce positus est hic in signum cui contradicetur, et tuam ipsius animam pertransibit gladius (Le 2,34-35)”. In Salutationm angelicam, serm. III, n. 3, 180. 35 “ Maria... nos omnes, non dicam cívica, uti ex nostra carne, ex nostro sanguine, sed materna prosequitur caritate, intima, vera, cordiali dilectione, qualis parentum est erga carissimapignora. An non pro nobis in vitae discrimen Maria venit, 406 NAT. GRACIA LV1II 2/mayo-agosto, 2011, 385-417, ISSN: 0470-3790

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz