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BERNARDINO DE ARMELLADA III. EL SACERDOCIO DE LA MUJER Es pródiga la literatura que propugna el derecho de la mujer, lo mismo que el del varón, a ‘poder’ ser admitida al sacerdocio minis­ terial en la Iglesia Católica. Cito como ejemplo fácilmente accesible el sitio ww.womenpriests.org en Internet, fundado porj. Wijngaards. Con espíritu de obediencia al Papa, con la libertad filial - dice - de todo cristiano13, expone su exigencia a favor de lo que según él, es derecho sagrado de la mujer bautizada. Por lo que arriba hemos mostrado, ya el supuesto fundamental es falso: El bautismo sería la puerta de acceso a la ordenación sacerdotal. Y no se podrís cerrar esa puerta a la mujer bautizada sin ofender su dignidad. De acuerdo, repetimos, en que hay una dignidad sacerdotal en virtud del bau­ tismo, en la unión con Cristo, Sumo Sacerdote, compartida por los cristianos tanto hombres como mujeres. En esto evidentemente no puede ser discriminada la mujer. Pero este sacerdocio común del ‘Pueblo sacerdotal’ no es lo mismo que la realidad del sacramento del Orden. Difieren en su origen: la gracia santificante, de uno; la institución jerárquica, del otro. Difieren en su entidad: gracia de la filiación divina que se pierde por el pecado grave, frente al carácter indeleble que no se pierde por el pecado. Difieren por su eficacia: sólo el sacerdocio ordenado puede consagrar la eucaristía y perdo­ nar los pecados en la penitencia. Efectivamente, el carácter indeleble que da al varón ordenado su capacidad de servicio a la comunidad, no aumenta su dignidad como cristiano, que puede perder por el pe­ cado. No existe, por tanto, discriminación que disminuya la dignidad de la mujer cristiana. El sacerdocio ordenado es en la Iglesia una fun­ ción de servicio, que depende de una institución positiva que Jesús delegó a los apóstoles, todos ellos varones, y que ellos trasmitieron a 13 “We love our family, the Catholic Church. We fully accept the authority of the Pope. We respect his personal integrity as an outstanding spiritual leader. But we are convinced that the Pope and his advisors are making a serious mistake by dismissing women as priests. We feel obliged in conscience to make our carefully considered reasons known. In doing so, wefulfill our canon law duty to speak out as our present Pope has encouraged us to do. And we do this with deep loyalty to the Church”. Internet, ww.womenpriests.org 394 NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 385-417, ISSN: 0470-3790

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