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EL RECHAZO DE LA GUERRA EN EL ORIGEN DE LA UNIÓN EUROPEA las fortificaciones militares o similares, debería tener en cuenta las palabras de Geoffrey Parker cuando manifiesta que “pocos europeos anteriores al siglo xvm parecen haber cuestionado la legitimidad de la guerra”17. No solo eso, sino que, en palabras de Santos Juliá, “el proceso de formación de Europa no es comprensible sin tener en cuenta la secular resolución de conflictos de poder por medio de las armas,ns. Resultaba claro, y la historiografía no ha hecho sino de mostrarlo, que la guerra había hecho a la vieja Europa19. La bisagra que, para la historia de Europa, constituyera la Re volución Francesa arroja al espectador de la historia europea sobre un escenario que los ardores belicistas apenas si han sufrido ligeros retoques para volver a emerger en toda su crudeza. Desde esta pers pectiva, es fácil de entender, por ejemplo, el éxito incomparable, de la obra clásica de Clausewitz, De la guerra , escrita entre 1816 y 1831, fía de esta obra puede verse un importante apartado de los tratados sobre el tema dados a la imprenta en la época, entre 1482 y 1566. Cf. O. c. 187-191. 17 G. PARKER, El éxito nunca es definitivo. Imperialismo, guerra y fe en la Europa moderna, Madrid, Taurus, 2001, 147. 18 La guerra en laformación de los estados europeos, O. c., 58. 19 En este camino hacia un cierto determinismo de la guerra sobre el espa cio y la cultura europeos, resulta significativo hasta qué punto y en qué medida el geógrafo francés Max Derruau se basaba en 1961, en los momentos álgidos de la Guerra Fría, en los acontecimientos bélicos para explicar la evolución de la morfo logía territorial de los estados europeos, M. DERRUAU, Europa. Barcelona, Labor, 1965. Los ejemplos son numerosísimos a lo largo de la obra: “Mientras Alemania e Italia, no unificadas hasta 1870, poseen antiguas residencias principescas que rivalizan con Berlín o Roma, Parts es la única capital francesa”, 279; “Viena se desarrolló sobre todo después de la derrota turca de 1683, durante la ocupación de la llanura de Panonia por los ejércitos imperiales ” 246; “el mapa, ya complicado, de los pueblos de la Europa polaca y danubiana, se volverá más complejo aún con la colonización alemana y el avance de los turcos, seguida de la repoblación de los territorios abandonados cuando su retirada”, 365; las páginas dedicadas a “la formación de la nación rusa”, 430 y ss., o, como en el caso de Bélgica y los Países Bajos, donde “la existencia de dos Estados tan pequeños se explica por dos hechos históricos: la lucha de las Provincias Unidas por su independencia, contra la domi nación española a fines del siglo xvi, y la revolución belga de 1830 contra el rey de Holanda, que gobernaba alpaís desde 1815”, 332. NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790 331
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