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FERNANDO BENITO MARTÍN aspecto que hay que desterrar de las relaciones internacionales, y a la vez se ha mostrado cómo se llevó a cabo mediante el acercamien to a dos grupos de personas que igualmente apoyaron en dicho con cepto el proceso de unión política para la Europa de la posguerra. Es fácil convenir en los problemas para hallar una generación más europeísta o pro-europea que aquella misma que sobrevivió a la guerra vitalmente enfrentada a ella y, no en vano, a sus miembros correspondió la tarea de poner en marcha la nueva concepción de la Europa que entraba en la segunda mitad del siglo xx. Si por un lado estuvieron los intelectuales que pensaron Europa como una entidad unida, por otro lado, hay que recordar que hubo en el siglo pasado una generación de políticos que pensaron y construyeron Europa desde la responsabilidad de quienes han de decidir sobre un futuro que se antoja oscuro. De ahí que, complementariamente a los escritores e intelectuales, la generación política en el poder tras 1945 llevó a cabo una serie de medidas en la política real de entonces las cuales encaminaron hacia buen puerto el proyecto federal europeo. A través del binomio pensadores/actores se ha pretendido, así, anali zar el cambio de mentalidad que la generación que gobernó Europa tras 1945 llevó a cabo en la conciencia y el ser del viejo continente en los lustros que siguieron a la guerra. En este contexto, será un cierto antimaquiavelismo, entendien do por tal una gestión de la política enfocada a la implantación de la paz y no a la victoria militar, lo que caracterice a aquella generación encargada de guiar a la Europa saliente de las ruinas a través de los rompientes de la Guerra Fría. Desde esta perspectiva, ha sido el eco de las palabras de aquella generación de humanistas renacentistas, propensos a la templanza y la moderación, lo que definitivamente se ha dejado escuchar en el último medio siglo en la historia de Eu ropa. Todavía, probablemente, cuando se preguntaba Elias en 1985 , en el umbral de salida de la Guerra Fría 1 ¿acaso no exige solamente este peligro en que todos nos encontramos una política de toleran c i a ? 143. Más aún, sentenciaba que “la evolución de la humanidad 143 Humana conditio, O. c., 161 . 380 NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790
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