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EL RECHAZO DE LA GUERRA EN EL ORIGEN DE LA UNIÓN EUROPEA bastan te d ispares ” 129. El autor plantea, directamente incluso, la po sibilidad real de una Europa federada, en la línea ya señalada en las décadas anteriores. Sin embargo, y esto es también lo original en él, su propuesta sugiere dirigir dicha federación territorialmente hacia el este de Europa. A sabiendas de que “una fe d e r a c ión dem ocrática en Centroeuropa sólo p u e d e llegar a buen térm ino si no está a len tad a p o r un a A lem an ia imperialista ”130. Probablemente él tenía aún en la cabeza, a la hora de redactar estas ideas, el modelo del imperio aus- trohúngaro todavía existente cuando Willy Brandt nació, en 1913 . De hecho, el problema de Alemania (antes y después de la guerra) fue una constante en su trayectoria política. Como otros analistas han manifestado perspicazmente a lo largo del siglo pasado, el malestar en una región o área neurálgica constituye desde un punto de vista geopolítico un problema a corto o largo plazo. Brandt no solo supo percibirlo, sino que también comprendió el potencial que, para el fortalecimiento de una Europa unida tendría una Alemania que ejer ciese un papel de enlace entre las dos Europas del este y del oeste. A nadie escapa hoy ya el valor que tuvo su idea de una Alema nia puente entre las dos ideologías que tensaban el continente y que le llevó a emprender un proyecto político a la vez audaz y generoso: “Los n azis -escribió en 1946 - intentaron g erm an iz a r a Europa a su m an era. Lo qu e hay qu e intentar ah o ra es eu rop eiza r a A leman ia. A ello no p u e d e llegarse ni p o r el cam in o d el desm enuzam ien to ni uti lizan d o a un grupo a lem án contra otro. El p ro b lem a d e A lem an ia y Europa sólo p u ed e solucionarse a c e r c an d o el Este, el Oeste . .. y lo qu e q u ed a en medio. Sólo p u e d e solucionarse sobre una base d e libertad y d em o c r a c ia ” 131. Aquellos años vitales para el futuro de Europa es tuvieron marcados por la llegada a la cancillería de la Alemania occi dental en 1949 por Konrad Adenauer. Este mismo, al hacerse también dos años después con el ministerio de Asuntos Exteriores anticipaba ya la pauta a seguir años más tarde por el propio Brandt. Sin duda 129 Ibídem, 36 . 130 Ib., 40 . 131 Ib., 66 . NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790 375
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