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FERNANDO BENITO MARTÍN que caracterizase a los estadistas de décadas anteriores permitió que la tarea de tender puentes entre uno y otro lado resultase notable­ mente más fácil. En palabras del propio Adenauer refiriéndose, pre­ cisamente, a la cesión de soberanía a organismos internacionales que la República Federal preveía en beneficio de la paz, su postura era clara: “El Gobierno federal estaba decidido a hacer cuanto estuviera en sus manos para recorrer el camino marcado en este artículo hacia el aseguramiento de lap a z en Europa y en el mundo. En todo nuestro trabajo nos guiaba el espíritu de la cultura cristiana occidental y el reconocimiento de los derechos y de la dignidad del hombre. Yo espe­ raba llegar, con la ayuda de Dios, a la unión delpueblo alemán a la p a z en Europa y en el mundo”106. Pocas manifestaciones expondrán, con tanta claridad y precisión, los esfuerzos a los que estaba decidida aquella generación. Y las ideas claras que los inspiraban. Por otra parte, explican a la perfección estas palabras del canciller germano cuál era la respuesta de su país a la idea inicial expuesta al comienzo de la Declaración del 9 de mayo de 1950 con la que era aprobado el Plan Schuman por el gobierno francés: “La pa ix mondiale ne saurait être sauvegardée sans des efforts créateurs à la mesure des dangers qui la menacent ”107. En cuanto a la postura británica, tampoco se engañaba Schu­ man: “LAnglaterre ressent un préjugé invincible contre les textes pré­ cis et rigidez qui fon t les délices des juristes continentaux; elle est, de même, par principe et en toute circonstance, hostile à toute intégra­ tion, dans le sens que nous y attachons, à toute structurefedérale ”108. Evidentemente no eran (todavía hoy siguen sin serlo) diferencias fáci­ les de salvar, pese a que, en realidad, ideológicamente no fueran tan importantes109, pues se insertaban en dos culturas con una diferente 106 K. ADENAUER, Memorias (1945-1953), Rialp, Madrid, 1965, 239. Sobre la relación entre el político alemán y Robert Schuman en estas fechas cruciales, cf. K. ADENAUER, Memorias (1945-1953), O. c., 291 y ss.; así como 417 y ss. 107 Pour l ’Europe, O. c., 201. 108 Ib., 115. 109 Sobre todo si se tiene en cuenta que “desde 1940, -ha escrito Timo- thy Garton Ash- la política exterior británica no es sino una serie de notas a pie 366 NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790

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