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EL RECHAZO DE LA GUERRA EN EL ORIGEN DE LA UNIÓN EUROPEA En este contexto, y enmarcando toda la futura acción de la nue va Europa que se pretendía, dos eran entonces los asuntos que re querían la mayor atención. Por un lado, la tradicional rivalidad en tre Francia y Alemania, y por otro el escepticismo británico ante los asuntos continentales. De su solución dependería en buena parte la falta de problemas en el futuro. Respecto a lo primero, Schuman se mostró claramente proclive a la reunificación alemana y sostuvo que tal acontecimiento no supondría peligro alguno para Francia (a pesar de las reticencias de muchos en Francia y Europa, e incluso fuera de ella), conocedor de que la edificación de Europa pasaba por la cons trucción de un firme eje franco-alemán basado en la confianza mu tua103. De este modo, refiriéndose a la Declaración del 9 de mayo de 1950 por la que se ponía en funcionamiento el luego denominado Plan Schuman104y que suponía, como ya se ha dicho, el inicio oficial de la creación de la c e c a , manifiesta que: “A la traditionelle rivalité et à la méfiance se substituerait ainsi une solidarité d ’intérêts qui f e rait disparaître les causes d ’un antagonisme qui paraissait irremedia ble ”105. La respuesta al Plan Schuman halló en todo momento una cá lida acogida por parte de la Alemania del recientemente elegido Canciller, en 1949, Konrad Adenauer. De no haber coexistido en los distintos países europeos de la posguerra personalidades semejantes entre sí en cuanto a sus objetivos prioritarios la Unión Europea no sería hoy lo que es. Pero tales personajes exentos del antagonismo manipulación de la historiografía que ha heredado el siglo xx. En palabras de Jean Plumyene y Raymond Lasierra, “ hasta el presente, los europeos no hacían más que interpretarse mutuamente a través de los deformadores espejos de sus prejuicios. [...] Las bibliotecas de Londres, de París, de Roma y de Berlín rebosan obras consagradas a la denigración de los demás países ”, J. PLUMYENE y R. LASIERRA, Catálogo de necedades que los europeos se aplican mutuamente, O. c., 21. 103 Pour l’Europe, O. c., 109-110. 104 De lo que tal declaración supuso y de la importancia de aquellos días ha dado una vivísima imagen Jean Monnet en sus memorias. Cf. J. M onnet , Memorias, O. c., 283 y ss. 105 Pour l’Europe, O. c., 107. NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790 365
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