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EL RECHAZO DE LA GUERRA EN EL ORIGEN DE LA UNIÓN EUROPEA inféodé à un régime politique, être identifié avec une forme quelcon que de gouvernement, fût-elle démocratique” 96), así como de la so lidaridad y de la cooperación internacionales. De hecho, suya es la frase: “La loi de la solidarité des peuples s ’impose à la conscience contemporaine ”97. Precisamente debido a su clarividencia y notable responsabilidad conviene resaltar que el hecho de que, para Schu man, el concepto de solidaridad era “la conviction que le véritable intérêt de chacun consiste à reconnaître et à accepter dans la practi que l ’interdépendance de tous”98. Esta idea de una solidaridad eco nómica constituía entonces una novedad preciosa en el quebrantado panorama internacional y europeo de los años 50 que señalaba de antemano a quienes la izaran cual bandera. No en vano, una década antes, en 1940, el socialista alemán Willy Brandt, quien entonces contaba tan sólo 26 años, ya había escrito lo siguiente: “Sólo una solución europea basada en la solidaridadpuede aca bar con la vieja contradicción entre las razones de seguridad nacio- 96 Ib., 64. En este sentido, es de suma actualidad su idea de que "la démo cratie se doit ainsi de definir ses relations avec l’Eglise ”, Ib., 72, y de que “la démo cratie est une création continue; elle sait q u ’elle est toujours perfectible ” y no sólo eso, sino que “la mise en oeuvre de ce vaste programme d ’une démocratie générali sée dans le sens chrétien du mot trouve son épanouissement dans la construction de l ’Europe”, Ib., 77. 97 Pour l’Europe, O. c., 38. 98 Ib., 47. Sobre la vigencia y la importancia concedidas a algunas de estas ideas tras la guerra tanto por la izquierda como por la derecha, en concreto la de la solidaridad como elemento de desarrollo político y económico, cf. el legado del recientemente fallecido Tony Judt, para quien alguien como “Keynes era instinti vamente conservador. Todos los líderes occidentales de la época -caballeros de mediana edad- habían nacido en el mundo estable que tan bien conocía Keynes”, y en tal contexto, el Estado de Bienestar, por ejemplo, fue otro éxito, entonces, fruto de un consenso económico en el que “los conservadores inteligentes -como muchos democratacristianos que se hallaron por primera vez en el poder después de 1945- presentaron pocas objeciones al control de los ‘puestos de mando’ de la economía por parte del Estado”, T. JUDT, Algo va mal, Madrid, Taurus, 2010, 55. Sobre la importancia del carácter solidario, en el contexto geopolítico de la época escribirá Schuman que los europeos se salvarían en la medida en que fueran cons cientes de su solidaridad ante un mismo peligro, Pour l ’Europe, O. c., 184. NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790 363
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