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FERNANDO BENITO MARTÍN que dejaría inédita a su muerte, El mundo d e ayer. M emorias d e un eu ropeo , es rotunda. Más allá de los bandos y las ideologías en que se militase, se encaraban de este modo dos formas de entender la Europa de la época por parte de los escritores de la primera mitad del siglo xx y a las que la guerra iba a confrontar irremisiblemente con la realidad. De hecho, por atenernos a los ejemplos menciona­ dos, pues resulta imposible aquí analizar todos los casos concretos, ni Zweig ni Roth desaparecen precisamente debido a la guerra de un modo directo. Zweig se suicida junto a su mujer durante su exi­ lio en Brasil sin esperanza alguna de que tras la contienda vuelva a emerger su “mundo de ayer”. Es la nostalgia por el tiempo perdido, junto con el avance de la barbarie hitleriana, lo que le lleva a la des­ esperación, igual que Joseph Roth, consumido por el alcoholismo en Francia, donde se refugiara tras la llegada de los nazis al poder en Alemania. Mucho se ha escrito en las últimas décadas sobre es­ tos temas: la memoria teñida inevitablemente por el holocausto y el tema judío pero que, en realidad, es mucho más que eso, y ha sido de sobra tratado en otros lugares; la destrucción moral de la guerra a cuya memoria dedicará el mencionado Malaparte sus mejores pá­ ginas; o la desaparición en el plazo de una generación de un mundo tradicional y las consecuencias que ello supuso, tema que constituyó el grueso de los escritos de Joseph Roth y de gran parte de los de Stefan Zweig46. Quizás por el peculiar paisaje que había surgido de las ruinas tras la guerra es por lo que lo primero que hubo de restaurarse en la Europa superviviente fue la mera humanidad. Sin duda alguna, fue aquel rasgo de autodestrucción lo que en mayor medida humillaba a los propios europeos. Quien haya leído las obras de Malaparte, en 46 “Desde que me empezó a salir barba hasta que se cubrió de canas, en ese breve lapso de tiempo, medio siglo apenas, se han producido más cambios y mutacio­ nes radicales que en diez generaciones f...] Mi Hoy difiere tanto de cada uno de mis Ayer que a veces me da la impresión de no haber vivido una sola sino varias existen­ cias, y todas ellas, del todo diferentes ”, S. ZWEIG, El mundo de ayer Memorias de un europeo, Barcelona, Acantilado, 2001, 11. 342 NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790

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