PS_NyG_2011v058n002p0323_0381

EL RECHAZO DE LA GUERRA EN EL ORIGEN DE LA UNIÓN EUROPEA instrumento al servicio del hombre-masa, en el peligro mayor que hoy amenaza a la civilización europea33: “ Éste lo ve, lo adm ira, sab e qu e está ahí, asegurando su vida; p e r o no tiene con cien cia d e qu e es una crea ción hum an a inven tada p o r ciertos hombres y sostenida p o r ciertas virtudes y supuestos qu e hubo ay er en los hombres y qu e p u e d e evaporarse m a ñ a n a ’^. Se trataba de la radiografía del despla­ zamiento de poder llevado a cabo en la Europa de los años 20 y 30, y que alejó al continente de la posición de primacía mundial que había mantenido hasta entonces. “ Durante tres siglos -escribe Ortega como conclusión importante- Europa h a m an d ad o en el mundo, y ah o ra Europa no está segura d e m an d a r ni d e seguir m a n d an d o ”35. Como se analizará más adelante, esta sensación de fragilidad será funda­ mental cuando, destrozada por la n Guerra Mundial, los europeos se planteen cómo evitar futuras catástrofes. Para Ortega, ya entonces, se imponía un cambio de mentalidad para recuperar el sentido de la Europa heredada y a la que la pérdida de moral había conducido a la posición de humillación en que se hallaba. Dicho cambio pasaba, y en ello radica la condición de precursor del europeísmo que cabe conceder a Ortega, por algún tipo de unión europea necesaria (la construcción de Europa, la llamará él, por otra parte ya demandada en la época) necesaria, asimismo por otro lado, como contrapeso al elemento ruso36. No en vano es esta prodigiosa lucidez frente a lo que iba a ser el futuro del continente en una década lo que, entre otras razones, mantiene vigente aún hoy el pensamiento orteguiano frente a todos los nacionalismos violentos37. 33 ib., 259. 34 Ib., 262. 35 Ib., 279. 36 Ib., 346 37 “ElEstado comienza cuando el hombre se afana por evadirse de la socie­ dad nativa dentro de la cual la sangre lo ha inscrito. Y quien dice la sangre, dice también cualquier otro principio natural; por ejemplo, el idioma ”, O. c., 307. Más aún: “El Estado empieza cuando se obliga a convivir a grupos nativamente separa­ dos". Ibídem, 319. NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 323-381, ISSN: 0470-3790 337

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz