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MARTÍN LUTERO Y LA MÚSICA DE LA REFORMA (25 de abril de 1538), que condujo a Calvino finalmente a Estras­ burgo, donde entre otras cosas, escribe capítulos de la “Llnstitution d e la religión chrétienn e” , que en su versión francesa, 1541, sería modelo del francés moderno. La corrupción del pecado original ha privado al hombre del libre albedrío, y la salvación depende tan sólo de la gracia divina, que se da a los predestinados; defiende la doble predestinación: también los condenados lo son por prede­ stinación, conceptos en los que denota la influencia de M. Butzer el líder de la Reforma en Estrasburgo, con el que está en contacto durante el destierro. Conceptos que dejarán huella en los cantos de su iglesia. Los reformadores helvéticos han sido renuentes a aceptar el papel de la música en la religiosidad del creyente. Zwingli53, al eliminar la música del servicio religioso, arrasó, además de con las imágenes de los santos, con muchos órganos de las iglesias, aunque se levantaron voces críticas. Oekolampadius (1482-1531), importan­ te teólogo y humanista alemán, reformador de Basilea, se oponía a Zwingli con estos argumentos: “El can to ayu d a a la ora ción e impulsa la devoción mucho más qu e cerem on ias sin espíritu. Es un estímulo escu ch a r la p a la b r a d e Dios y ocuparse en cosas divinas ”. Con el tiempo se suavizaría y se iría admitiendo el canto de salmos e himnos. Por más que el salmo y el himno son menos aptos para la catequización, siempre afloran el substrato teológico del que di­ manan. Tampoco Calvino tomaba partido por un papel incondicional de la música en el culto a la que exigía repetidamente una usimpli- citas” o usimplex m odu latio ”, por más que la considerara al modo agustiniano lldonum Dei ”. En las “ O rdonnances ecclésiastiques ” de 1559 recuerda que “ hem os o rd en a d o tam b ién in trodu cir can tos eclesiásticos tanto an tes com o después d el sermón, p a r a m ejor inci- 53 Zwingli tenía profundos conocimientos musicales y llegó a componer la música para una representación en griego del “Pluto” de Aristófenes. Por otra parte disfrutaba de la música coral e instrumental, pero no admitió jamás la participación de la música en el culto. NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 243-322, ISSN: 0470-3790 293

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