PS_NyG_2011v058n002p0243_0322

DANIEL S. VEGA CERNUDA meditando sobre un dicho de Pablo11 que tiene a la vista el del pro­ feta Habacuc (2, 4) que plasma así: “el justo vive de la fe”12. Los teó­ logos de la Teología oficial oponían el “la fe sin obras está muerta”13. Emprende el camino de la Reforma de la Iglesia, que había per­ dido a su sentir la senda de la pureza primitiva: no es una revolución “progresista” y, menos aún, “proletaria”14, sino la vuelta al evange­ lio, como había pretendido otros movimientos medievales (cátaros, valdenses, John Wyclif, Jan Hus, los Hermanos Bohemios...). No se olvide que hasta el propio Francisco de Asís, tuvo que vencer las suspicacias de la curia, que supera con la protección del obispo Gui­ do de su ciudad natal que le presenta ante Inocencio III y aprueba su regla (1209). Pero Martín Luther no iba a traspasar sólo el límite de la obediencia a Roma, sino que llega, en lo teórico y en lo práctico, hasta las últimas consecuencias: reduce los sacramentos al bautis­ mo y la comunión y, parcialmente, la penitencia; consecuentemente denuncia el sinsentido de la vida monástica, en la que el cristiano busca a base de buenas obras la justificación por méritos propios15; exhorta a los poderes civiles a imponer la nueva confesión (con lo que dispondrían a su voluntad de los bienes eclesiásticos)..., todo basado en cuatro principios anafóricos: - “Sola scriptura” (sola la Sagrada Escritura) - “Sola gratia” (sola la gracia) - “Sola fide” (sola la fe) - “Solus Christus” (solo Cristo) 11 Romanos 1, 17; Gálatas 3, 11 y Hebreos 10, 38. 12 El “justus ex fide vivit” de la Vulgata o “Der Gerechte wird aus dem Glau- ben leben”, en la traducción luterana. 13 Carta de Santiago, 2,14-26. 14 Sin embargo, sí serían socialmente revolucionarios movimientos como los anabaptistas y los campesinos de Thomas Müntzer (Goethe escribiría con el tras- fondo de este episodio su “Goetz von Berlichingen 15 La arriba mencionada “Confessio augustana”, firmada por grandes del Imperio y redactada por Ph. Melanchton decía a este respecto: “ Art . IV. De Iustifica- tione: 1) Item docent, quod homines non possint iustificari coram Deopropriis viribus, meritis aut operibus, sed gratis iustificentur propter Christum per fidem” (Enseñan asimismo que los hombres no se pueden justificar ante Dios por las propias fuerzas, méritos u obras, sino que son gratuitamente justificados por Cristo a través de la fe). 252 NAT. GRACIA LVIII 2/mayo-agosto, 2011, 243-322, ISSN: 0470-3790

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz