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DIOS Y EL HOMBRE EN RAIMUNDO LULIO de la mediación entre el sujeto cognoscente y la realidad, en voz que habla al sujeto con una intención significativa. El afato, por tanto, pronuncia la verdad concebida en la mente. Lulio, embebido de cultura islámica, concede una gran impor­ tancia a las palabras. La cuestión de los nombres es una cuestión de ideas. En este sentido es característica suya la obra Los cien nombres de Dios -Líber de centum signis Dei-. Nos lo recuerda en el comien­ zo de su libro Proverbios de Ramón : “Laprimera parte [de este libro] se halla integrada por los proverbios de los Cien nombres de Dios, acerca de los cuales hemos escrito un libro, y, mediante ellos, damos a conocer la naturaleza de Dios y de sus obras, y sacamos conclusio­ nes morales”(PR 60-61). Por primera vez, un cuarto de siglo antes que el Maestro Eckart y tres cuartos de siglo antes que Nicolás de Oresme, utiliza la lengua vulgar (el catalán y el árabe) para exponer sus doctrinas filosóficas y teológicas. No excluye tampoco el latín. Muchas de sus obras fueron escritas originalmente en esta lengua o traducidas a ella. Cualquier lengua no es un absoluto, sino un instrumento. Cuando escribe para los musulmanes, lo hace en árabe. Cuando destina sus escritos al pueblo cristiano de Mallorca y de gran parte del Mediterráneo oc­ cidental, emplea el catalán. No faltan igualmente obras suyas tra­ ducidas al francés, provenzal e italiano. Para el público clerical y académico utiliza el latín. Algunas obras van dirigidas a más de una categoría de lectores; por lo que encontramos versiones distintas en dos o más lenguas. Sin lenguaje no podemos disputar o dialogar hasta convencer al otro. Las lenguas constituyen los caminos por los que llega a los otros nuestro conocimiento de la realidad de Dios y de las demás cosas. Ante todo le interesa colaborar a que todos los hombres conoz­ can y amen a Dios. Poco después de su conversión se compromete a ir al Papa y también a los reyes y príncipes cristianos para animarles a construir en sus dominios “monasterios en donde personas esco­ gidas religiosas y otras para ello idóneas se acogerían a estudiar los lenguajes de los sarracenos y otros infieles, a fin de que, entre las allá convenientemente instruidas, fuera siempre posible obtener y enviar a personas idóneas a predicar y a manifestara lospredichos sarrace- NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 135-175, ISSN: 0470-3790 141

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