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ILDEFONSO MURILLO A través de su Arte , configura los términos de un lenguaje filo­ sófico y teológico que sirve para significar la verdad de Dios y del hombre, y de todos los demás seres. Por su medio aprendemos a pensar y hablar bien. Su Arte no se reduce a los Primeros analíticos de Aristóteles. En él juegan un papel imprescindible los significados de los términos que empleamos al hablar o escribir. De la primera hasta la última versión de su arte, su finalidad ^ respond er a todas las cuestiones ”) cree que es alcanzable “ siempre qu e se sepa el significa­ do d e c a d a térm ino”(AB 69). Se comprende, por tanto, que ponga al principio de cualquier aplicación o desarrollo de su Arte la definición de los atributos absolutos y relativos, punto de partida de su sistema filosófico-teológico. Acude con frecuencia a un lenguaje simbólico peculiar, cargado de significados, integrado por árboles, figuras geométricas, letras del alfabeto, etc. Nos enseña cómo habría que leer los significados de cada árbol, de los muchos que utiliza en algunas de sus obras, y de sus partes constitutivas: raíces, tronco, ramas, ramos, hojas, flores y frutos. Las figuras geométricas y las letras del alfabeto abarcan o significan los términos (sujetos, predicados y términos medios) de nuestras afirmaciones y razonamientos. ¿Cómo habría que entender los símbolos cuando se refieren a Dios y al hombre? El Arte luliano, pues, atribuye un papel clave al lenguaje: a un cierto lenguaje simbólico y al lenguaje natural. Por otra parte, mu­ chas obras de Lulio están concebidas y desarrolladas a modo de diá­ logo. Ante todo se quiere convencer al infiel por medio de la palabra. La lucha por Dios y por el hombre se realiza principalmente a través del lenguaje. Sus libros siempre tienen un interlocutor. A veces ese interlocutor es Dios. Otras muchas veces se trata de interlocutores humanos. El Libro d e contemplación en Dios ( 1274 ) es una forma de audi­ ción cósmica de la Palabra divina (carácter pasivo de la contempla­ ción), que se complementa con el activo Libro d el am igo y d el am a d o ( 1283 ). En la contemplación hallamos una hermenéutica de las expe­ riencias sobre las que se habla en la Vida co etán ea ( 1311 ), cuyo tipo de conversación va dirigido a un interlocutor universal. Pues no po­ dríamos comprender la experiencia que nos cuenta en su vida hasta 138 NAT. GRACIA LVIII 1/eneroabril, 2011, 135-175, ISSN: 0470-3790

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