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ILDEFONSO MURILLO do espiritual. El árbol humano resume todos los anteriores, pues une el mundo material (integrado por los cuatro elementos) con el espi­ ritual en su unión de cuerpo y alma. El hombre llega a los ángeles y a Dios por su alma racional y queda ligado a los escalones inferiores por su cuerpo, es decir, constituye un verdadero microcosmos, que nos acerca a la comprensión de todo el mundo creado. Hay actos que sólo competen al hombre y no a otro animal. Enumera algunos de ellos: sembrar, coser, vestir, montar a caballo, pintar, comprar, vender, escribir, leer, hacer oración. Sucede esto por­ que la naturaleza humana es superior a la de los otros animales: “El ser d el hom bre es racion a l y su esen cia la racionalidad , en la qu e hay entender, am a r y memorar, qu e son d e la esencia d el racional, con los qu e tiene m ás elevados y nobles actos qu e el irra cion a l ” (AD 77). Gracias a su alma racional es capaz de comprender objetos que exceden los sentidos y la imaginación tales como Dios, las sustancias espirituales, la misma alma, la ciencia, etc. Nuestro entendimiento, a través de los sentidos, contempla a Dios en el mundo sensible5. Sobre todo, el alma ha sido creada para entender, amar y recor­ dar a Dios. Por eso, el alma, que es esencialmente una, “ tiene tres potencias, a saber, el intelecto, la voluntad y la memoria, p a r a qu e con el intelecto se en tienda a Dios, con la voluntad se le am e y con la m em oria se le recu erd e” (C 82). Y cada una de ellas posee sus corre­ lativos distintos: el intelectivo, el inteligible y el entender por parte del entendimiento; el volitivo, el querible y el querer por parte de la voluntad: y el memorativo, el recordable y el recordar por parte de la memoria. Cada serie de correlativos se identifican con la potencia respectiva. Advierte que no puede haber un entendimiento universal del que deriven los entendimientos particulares, que el alma de cada hombre es creada por Dios de la nada y unida al cuerpo. 5 La mística luliana es una contemplación metódica y minuciosa de la escala de las criaturas, desde las cosas sensibles hasta Dios. Esta ascensión es dirigida por el entendimiento. En su libro Ascenso y descenso del entendimiento , la escala de los seres consta de los siguientes peldaños: la piedra, la llama, la planta, el bruto, el hombre, el cielo, el ángel y Dios. Su contenido, de algún modo, nos hace recordar el libro de san Buenaventura Itinerario de la mente a Dios. 168 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 135-175, ISSN: 0470-3790

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