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DIOS Y EL HOMBRE EN RAIMUNDO LULIO por consiguiente, buen pensar que buen sentir. Lulio imagina un diálogo en que cuerpo y alma defienden su primacía: “Cuéntase que el cuerpo y el alma se contrastaron acerca del hombre, pues el cuerpo decía que el hombre era su fruto, porque él era de más cosas que el alma, pues él era de cuatro árbolesf a saber, del elemental, vegetal, sensual, imaginal, y el alma no era sino de un árbol solamente. Y entonces el alma dijo al cuerpo que él no sabía qué había dicho san­ tidad a honra [...], que ella valía más con p a z que honra con trabajo. Y también dijo el alma al cuerpo que ella honraba más al hombre que él, pues él ponía en el hombre la natura de los animales, y ella ponía en el hombre la natura de los ángeles” ( AE 606-607). De una manera sencilla y concreta nos viene a decir lo que en muchas otras ocasiones nos indica con palabras abstractas: que el hombre es un compuesto de cuerpo y alma, y que se da una jerarquía entre ellos. Pero no desprecia el cuerpo, en el que distingue cuatro po­ tencias: la elementativa, la vegetativa, la sensitiva y la imaginativa. Cada una de ellas posee sus correlativos. Los de la elementativa son elementativo, elementable y elementar, como los de la vegetativa, vegetativo, vegetable y vegetar. Admite una unidad entre los correla­ tivos espirituales y corpóreos: “El-tivo espiritual y el-tivo corpóreo constituyen una misma forma del hombre; y el -ble espiritual con el -ble corpóreo una misma materia del hombre; y el - a r espiritual con e l-a r corpóreo constituyen una misma naturaleza continua del hombre . Y mientras esta naturaleza dure, el hombre vive; pero es cierto que [tal naturaleza] falla, el hombre se muere, y su alma se separa del cuerpo” ( C 83). Con lo que parece insinuar una cierta unidad sustancial de cuerpo y alma al estilo tomista, lo cual parece ir en contra de otros textos que conciben la forma del hombre en tanto que ‘perfecciona y gobierna el cuerpo, y mueve sus potencias para actuar, para vivir, y también para las pasiones”(C 83), según una inspiración más agustiniana. El hombre es una parte peculiar del mundo creado, que se en­ cuentra por su alma en relación con los ángeles, y por su cuerpo en relación con todas las demás criaturas. En él hallamos elementos de todo el mundo creado. Participa de los escalones del mundo material (el elemental, el vegetativo, el sensitivo y el imaginativo) y del mun- NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 135-175, ISSN: 0470-3790 167

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