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ILDEFONSO MURILLO según su capacidad receptiva, el signo del supremo artífice o la se mejanza divina. Las cosas no son más que semejanzas de Dios. Éste se refleja en todos los aspectos de la creación. En el mundo creado hallamos la semejanza de los divinos atributos. Por la bondad de las criaturas es significada la bondad de Dios; por la grandeza de las criaturas nos podemos remontar a la grandeza de Dios; y así sucesivamente. Las dignidades o atributos constituyen los instrumentos de su obra crea dora y, a la vez, las estructuras fundamentales del mundo creado. El lenguaje correlativo viene usado por Lulio también a propó sito de toda actividad que se da en la creación. A partir de la acti vidad intrínseca de las dignidades divinas, pasa luego a extender el principio de la actividad del ser a todas las estructuras de lo creado. De este modo traza una comprensión dinámica de Dios y del mun do creado. A la vez nos advierte que los atributos absolutos sólo al Creador corresponden en toda su perfección; a las criaturas, de un modo infinitamente limitado. Por ser creado, el hombre se relaciona con Dios desde el fondo de su ser. Su cuerpo, tanto como su alma, representa de algún modo a Dios. Establece una íntima relación de semejanza analógica entre la estructura del alma racional del hombre y la estructura de la esencia divina. Reconocer que somos criaturas es saber que somos buenos, grandes, durables y poderosos, es decir, que están presentes en no sotros todos los atributos de Dios. Lo mismo sucede con los correla tivos, correspondientes a esos atributos. Son, de manera análoga a lo que sucede en el Creador, el bonificativo, el bonificable y el bonifi car, el grandificativo, el grandificable y el grandificar, etc. Y como el hombre está compuesto de alma racional y cuerpo, cada uno de esos dos componentes posee sus correlativos peculiares. Los del alma son espirituales y los del cuerpo, corporales. La vida del hombre consiste en la concordancia de sus partes: de su cuerpo y su alma. Pone una jerarquía entre cuerpo y alma: “Vale m enos qu e el asn o a qu el hom bre qu e qu iere más valer p o r el cuerpo qu e p o r el a lm a ” (AE 596). Sería mucho más útil al hombre, 166 NAT. GRACIA LVIII l/enero-abril, 2011, 135-175, ISSN: 0470-3790
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