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DIOS Y EL HOMBRE EN RAIMUNDO LULIO V. SIGNIFICADO Y REALIDAD EN EL LENGUAJE SOBRE DIOS La clave de bóveda del edificio intelectual de Lulio, tal como hemos podido percibir al hablar de su Arte , es su noción de Dios. La letra A, que significa a Dios, ocupa el centro del primer circulo, primera figura de su arte demostrativa. Lo cual quiere decir que todo gira en torno a la palabra Dios. Su significado comprende en primer lugar los nueve atributos absolutos (bondad, grandeza, eternidad, poder, sabiduría, voluntad, virtud, verdad y gloria), los nombres que más se acercan a la realidad de Dios. La formulación de la doctrina sobre esos nombres recorre todo el devenir de la obra escrita luliana, desde el Libre de contemplado en Déu hasta el Ars generalis ultima. Y valiéndose de su demostración por equiparancia, nos hace aden­ trarnos en la realidad de Dios. Lulio reconoce la dificultad a la hora de investigar todo lo re­ ferente a Dios, por ser éste insensible e inimaginable. Recuerda, sin embargo, que el profeta Isaías dijo: “si no creéis, no entenderéis”y “quiere creer, para entender que en Dios hay razones, atributos o dignidades reales o naturales, sin las cuales Dios no pudiera tener ser”(AD 123). Nuestro entendimiento conoce que Dios posee actos propios intrínsecos y naturales, a los que Lulio califica de primitivos, verdaderos, inmediatos y necesarios. Siendo primitivos, no proceden de otros actos anteriores y son causas de los actos de las criaturas. Por ser necesarios, no pueden dejar de ser ni de actuar. Dios ocupa el peldaño más alto en la escala de los seres. En este sentido, los nombres de Dios constituyen un acercamiento a su realidad absoluta. Investigando su significado, nos acercamos a la infinita riqueza de dicha realidad, que no es estática sino dinámica. Dinamismo al que alude el lenguaje de los correlativos, esta forma luliana de hablar que habría sido tomada de la lengua árabe: participio activo, participio pasivo, infinitivo. Por ejemplo, el enten­ dimiento divino, en su realidad concreta, abarca los tres correlativos: entendiente, entendido, entender. Y lo mismo sucede con los demás atributos divinos tanto en Dios como en las criaturas. Sólo ser sería menos que ser y actuar, y en base a este principio, Lulio caracteriza el dinamismo ontologico a todos los niveles del ser: en todos los gra- NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 135-175, ISSN: 0470-3790 157

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