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EL DIVINO RAYO DE TINIEBLAS encerrado por los límites finitos del mundo. Está siempre más allá del lenguaje y del pensamiento, de los vestigios y las huellas que delatan su presencia inefable. El hombre sabe que Él existe, pero no puede decir cuál es su esencia ni puede otorgarle atributo alguno que le cuadre con certeza, porque Él es todo y no es nada de lo creado. Así lo podemos leer en un texto elocuente: “Ni siquiera el mundo entero sería un lugar ni una morada digna de Dios. Él está lleno de sí mismo y se basta a sí mismo. Todas las demás cosas son pobres, solitarias y vacías. Él las llena y las contiene sin ser Él mismo contenido por nada, porque Él mismo es nada y todo ” 14. Por tanto, en el lenguaje de Filón descubrimos los primeros signos de la teología apofática, el rechazo de cualquier descripción antropomórfica de Dios y la interpretación de los profetas y patriar­ cas como místicos, seres humanos privilegiados que alcanzaron la inspiración divina por la revelación del logos, la palabra que ilumina la vida de los hombres y los guía en el cumplimiento de la ley. En las obras de Filón se halla la interpretación alegórica del éxtasis de Abrahán y de la ascensión al monte de Moisés como una búsqueda silenciosa de la unión con Dios. Una búsqueda que se convertirá en inacabable en la fuente más directa del lenguaje de Dionisio que se encuentra en san Gregorio de Nisa. EL LENGUAJE MÍSTICO DE SAN GREGORIO DE NISA Formado en la lectura monástica, junto a su hermano Basilio, que había leído las Escrituras y a los filósofos neoplatónicos en Cons- tantinopla y Atenas, fue además un lector asiduo de Platón, Plotino y Porfirio, sin desdeñar en absoluto las enseñanzas de Orígenes y Clemente de Alejandría. Su voz adquirió autoridad en el gran con­ cilio de Constantinopla, en el que defendió la divinidad del Espíritu 14 FILÓN DE ALEJANDRÍA, Leges allegoriarum I, 44. NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 105-134, ISSN: 0470-3790 1 1 1

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