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PABLO GARCÍA CASTILLO palabra y razón, es silencio revelador del misterio para quienes se abisman en las tinieblas en las que el mismo Dios mora, como ex presa Dionisio: “La misericordiosa Causa de todas las cosas es elocuente y silen ciosa, en realidad callada. No hay en ella palabra ni razón, pues es supraesencial a todo ser. Verdaderamente se manifiesta sin velos, sólo a aquellos que dejan a un lado ritualismos de cosas impuras, y las que son puras, a quienes sobrepasan las cimas de las altas montañas. A los desprendidos de luces divinas, voces y palabras celestiales, y se abis man en las Tinieblas donde, como dice la Escritura, tiene realmente su morada aquel que está más allá de todo ser’61. Siguiendo el lenguaje de Filón y de san Gregorio de Nisa, Dio nisio culmina su breve explicación de la divina tiniebla recordando que Moisés, tras purificarse, oyó las trompetas de diversos sonidos y vio muchas luces de rayos fulgurantes, pero, en la cumbre de la santa montaña, no vio a Dios, sino el lugar donde Él mora, es decir, el cerco de tinieblas. Ello quiere decir, según su misma interpreta ción, que debemos trascender el conocimiento de nuestros ojos y de nuestra razón, en el que vislumbramos apenas la inimaginable presencia de quien todo lo trasciende. Y, despojado de estas visiones de los sentidos y de la mente, como Moisés, lograremos penetrar en las misteriosas Tinieblas del no saber. Entonces, sólo entonces, se produce la unión con la ansiada realidad que nuestra alma añora, como Moisés pedía una y otra vez que se le permitiera ver el rostro divino. Ese rayo de tinieblas es la unión amorosa, más allá de las palabras y la razón, en el silencio fecundo del abismo trascendente. Es esto lo que podemos deducir de lo que dice Dionisio al final del primer capítulo de la Teología mística : “Allí, renunciando a todo lo que pueda la mente concebir, abis mado totalmente en lo que no percibe ni comprende, se abandona por completo en aquel que está más allá de todo ser. Allí, sin pertenecerse a sí mismo ni a nadie, renunciando a todo conocimiento, queda unido 51 Ib. 1000 C. 130 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 105-134, ISSN: 0470-3790
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