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EL DIVINO RAYO DE TINIEBLAS Dios, como luz, da vida e ilumina a todos los seres, pero como Bien los atrae hacia sí. Es una luz que está sobre toda luz, un bien que sobrepasa todo ser y todo otro bien. Es más que luz, pues llena de hermosura y deseos amorosos de su perfección a todos los seres que son obra de su generosa donación. Por eso recibe los nombres de Bien, Luz y Hermosura. Y enamorarse de este Dios lleva al éxta­ sis, pues quienes así aman están en el amado más que en sí mismos. En este sentido entiende el autor de los Nombres de Dios las palabras místicas de san Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en m í’M. En el alma, como la de Pablo, enamorada de Dios, llegan a ser com­ patibles el deseo amoroso (¿ros) y el amor de dilección (< agápe ), por­ que Dios mismo es deseo amoroso ( éros ), en cuanto desea el bien de las criaturas y se cuida de ellas, pero es sobre todo amor de dilección ( agápe ), pues él las ama y las crea, como fruto de su amor personal45. Pero el texto que penetra con mayor profundidad en la determi­ nación del sentido escondido del rayo divino de tinieblas es la breve y definitiva Carta V. En ella leemos lo siguiente: “La divina tiniebla es “Luz inaccesible ” donde se dice que “Dios mora ”. Resulta invisible por su claridad deslumbradora. El desbor­ damiento de sus irradiaciones supraesenciales impide la visión. Sin embargo , es aquí donde llega a estar todo aquel que es digno de conocer y contemplar a Dios, y por eso precisamente, no viendo ni conociendo, alcanza de verdad lo que está más allá de todo very todo conocer. Sólo sabiendo que Dios está más allá de los sentidos y del entendimiento, exclama con el Profeta: “Sobremanera admirable es para mí esta ciencia, demasiado sublimepara poder comprenderla ”46. En estas sencillas palabras, que el autor del Corpus Dionysia- cum dirige al diácono Doroteo, se encierra el sentido del texto de 44 Gal 2,20. 45 Un excelente análisis del vocabulario de Dionisio puede verse en V. MUÑIZ, Significado de los nombres de Dios en el Corpus Dionysiacum, en Natu­ raleza y Gracia 21 (1974) 323-353. Y respecto a los términos amorosos, véase V. MUÑIZ, “Próodos”y “Agápe”en Dionisio Areopagita , en Naturaleza y Gracia 47 (2000) 565-572. 46 Carta V, 1073 A. NAT. GRACIA LVIII l/eneroabril, 2011, 105-134, ISSN: 0470-3790 127

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