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PABLO GARCÍA CASTILLO cia de entendimiento para conocer sólo mediante el amor. Así veía a Dios en la tiniebla Moisés, según el comentario de san Gregorio: “Cuando Moisés creció en conocimiento declaró que él veía a Dios en la tiniebla, es decir, conocía entonces que Dios trasciende esencialmente todo conocimiento y comprensión. El texto dice: “Moisés se acercaba a la densa nube donde Dios estaba ” (Ex 20,2). ¿Qué Dios? “Aquel que se puso como tienda un cerco de tinieblas” (Sal 18,12), como dice David. Él también fue iniciado en los misterios de aquel mismo santuario. Cuando Moisés llegó allí, lefue dicho de palabra lo mismo que había entendido por la tiniebla... Esto nos enseña que todo concepto formado por el entendimiento con elfin de alcanzar y poner cerco a la naturaleza divina no sería más que un ídolo de Dios, inca­ paz de darlo a conocer ” 35. La tiniebla significa que el conocimiento de Dios es más un no ver que una visión verdadera, porque el ser infinito trasciende todo conocimiento. Por eso, afirma san Gregorio lo siguiente: “Despojado de las apariencias, tanto de las percepciones de los sentidos como de lo que cree ver la inteligencia, el espíritu penetra más interiormente hasta que tiene acceso a lo invisible, lo incomprensible. A llí ve a Dios. En esto consiste el verdadero conocimiento de aquel que busca. No ver es la verdadera visión, porque aquel a quien busca tras­ ciende todo conocimiento. Por todaspartes le separa como una tiniebla de incomprensibilidad. Por lo cual, Juan el divino, que penetró en las tinieblas luminosas, dice: “A Dios nadie le ha visto jamás” Qn 1,18). Con esta negación afirma que el conocimiento de la esencia divina es inaccesible al entendimiento del hombre y a toda inteligencia” 36. No hay, pues, visión directa de Dios, ya que se halla en un cer­ co de tinieblas, pero es posible descubrir el fulgor de su presencia entrando en el tabernáculo interior, no hecho por manos humanas, donde Él ha dejado su imagen. Por tanto, en el alma purificada de todo lo exterior y sensible, puede contemplarse su rayo de tinieblas. El ojo del alma es capaz de contemplar los rayos de luz, porque, se­ gún la doctrina platónica que sigue el niseno, lo semejante conoce a 35 Ib. II, 164-165. 36 Ib. II, 163. 122 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 105-134, ISSN: 0470-3790

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