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PABLO GARCÍA CASTILLO cerca con su ejército al que huye. Sólo después de pasar este difícil escollo se puede entrever la naturaleza trascendente de lo divino. Y, en este punto, el símbolo de la nube resulta decisivo. Así lo podemos leer en otro comentario: “Le sirve de guía en este paso la “nube”, palabra que significa para nuestros antepasados gracia del Espíritu Santo, porque dirige a los justos hacia el bien. Quien la siguepasa por las aguasfelizmente, pues su guía le abre paso por medio de ellas llevándolo seguro hasta la liber­ tady aniquilando allí mismo al que lepersiguepara esclavizarlo ” 32. La nube es la etapa intermedia entre el momento de la purifi­ cación e iluminación del alma y el encuentro con el misterio tras­ cendente. Es el oscurecimiento de los sentidos para ver mejor la luz verdadera, pero es también el guía que conduce al alma hacia su amado. Por eso, dice el Cantar ,; los ojos de la esposa son ojos de paloma, que esperan a la sombra la aparición del amado, que vendrá saltando como una gacela o un cervatillo por los montes. Las hermo­ sas palabras del Cantar ; en las que san Dionisio adivina esa espera del amado tras la nube son éstas: “¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! ¡Palomas son tus ojos! ¡Qué hermoso eres, amado mío, qué delicioso!... Como el lino entre los cardos, así mi amada entre las mozas. Como el manzano entre los árboles silvestres, así mi amado entre los mozos. A su sombra apetecida estoy sentada... ¡La voz de mi amado! Miradlo, aquí llega, saltando por montes, brincando por lomas. Es mi amado una gacela, parecido a un cervatillo ” 33. 32 Ib. II, 121. 33 Cant 1, 15 - 2, 8. Las Homilías V y VI están dedicadas al comentario de estos versos, en los que se simboliza esa vida interior del alma, que corre al encuen­ tro de su amado, sin encontrarlo, pues se halla siempre tras la nube. Pero escucha su voz y percibe su perfume. 120 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 105-134, ISSN: 0470-3790

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