PS_NyG_2011v058n001p0067_0102

ALEJANDRO DE V1LLAMONTE de una conclusión teológica, un ‘teologúmeno’, que logró recepción y aceptación generalizada, no más. Por eso, la CTI, utilizando una metodología más crítica, y dentro del desarrollo actual de la teología católica, no tiene inconveniente en dar por superada esta antigua teoría: no tiene apoyo en la Escritura, ni responde a una Tradición unánime, carece de base suficiente ante la razón teológica. Me pare­ ce que esta decisión de la CTI podrá obtener una recepción común favorable en la teología y en la pastoral. Aunque también pudiera haber algún motivo para el disenso y disconformidad. Mirada la teoría del limbo de los niños desde su estructura in­ terna, el motivo decisivo para abandonarla, me parece que ha sido que tal teoría (aparte de la mencionada falta de fundamento en las Fuentes) puede estar en contradicción con verdades teológicas segu­ ras y claras: que, en la actual economía de salvación, ningún ser hu­ mano se encuentra de hecho en estado de ‘pura naturaleza’, ni podrá tener una felicidad puramente ‘natural’. Aunque tal estado se pueda proponer como posible, pero no es real e histórico en la actual eco­ nomía de salvación. Así pues, en el mundo futuro, cualquier ser hu­ mano se encontrará en el ‘cielo’ o en el ‘infierno’. No hay un estado intermedio, no hay un espacio peculiar para el limbo de los niños. Tal vez tenga algún interés práctico recodar que, la figura del limbo de los niños había perdido algo de su seriedad y gravedad teológica, y había entrado en el lenguaje coloquial y cotidiano. Había pasado a ser tema de la cultura y folclore popular, que rodeaba de adornos poéticos a la figura teológica. A ese nivel, la gente cristiana imaginaba y hablaba del limbo de los niños como una especie de ‘jardín de infancia’, una guardería infantil, sublimada y perfeccionada con relación a las que se estilan en el planeta tierra. En ella, los pe­ queños disfrutaban de la felicidad interminable que parecen disfrutar en el recinto de la guardería. La figura de limbo elaborada por los teólogos, fue trasformada por la imaginación popular en una figura mítica, en una especie de ‘paraíso infantil’, a imagen y semejanza de los paraísos de que gozaban los hombres de la edad oro, según narran tantas culturas y mitos antiguos, incluida la mitología bíblica cristiana. Con un poco de análisis psicológico, se diría que este paraíso de los niños sería 70 NAT. GRACIA LV1II 1/enero-abril, 2011, 67-102, ISSN: 0470-3790

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz