PS_NyG_2011v058n001p0067_0102

ALEJANDRO DE VILLAMONTE La solución que propone la CTI, en cierto aspecto, puede decir­ se es una “solución a la desesperada”. Pues se propone para evitar desesperación/ desesperanza que puede ocurrir connaturalmente al oír hablar de que estos niños mueren sin bautismo y que, por ley divina general, con el pecado original que contrajeron al nacer. Y que, por tanto, y humanamente hablando, incluso desde el saber teo­ lógico, para estos niños no hay esperanza de salvación. Es un caso desesperado, a nivel del discurso humano. Pero entonces el creyente ha poner en Dios sólo en Dios, su esperanza. Sin embargo, este recurso in extremis a las innegables posibi­ lidades infinitas contenidas en la voluntad salvadora de Dios, en su filantropía respecto a los seres humanos, puede resultar poco con­ vincente y lógico, precisamente en boca de los defensores de la teo­ ría del pecado original. Porque, sin perjuicio, dicen, de su voluntad salvadora, la justicia divina no tuve inconveniente en castigar a todo el género humano por motivo del pecado de Adán. Haciendo de toda la raza humana “una masa de condenación”. Aunque luego, la fidelidad a su voluntad salvadora, le habría impulsado a seleccionar “unos pocos” para la vida eterna. Pues bien, no parece coherente que se diga ahora que Dios, a impulso de su voluntad salvadora, va a cancelar el decreto que tenía dado sobre este grupo concreto de hombres, los niños que mueren sin bautismo. En relación con la antigua teoría de limbo de los niños, la pro­ puesta de la CTI me parece que implica un empeoramiento del pro­ blema sobre la salvación de esos niños. Los que creían la existencia del limbo, mantenían la seguridad moral, prudencial de que estos niños no iban al infierno. Lo que suponía un enorme alivio para los padres cristianos. Ahora se les dice que esposible que no vayan al in­ fierno, que encuentren la salvación, pero nada más. Es obvio que no les quitan el inicial temor de que todavía sigue siendo posible que se cumpla el decreto de condenación, dada su situación teologal al nacer y en la que normalmente van a morir. Además, como factor positivo hay que mencionar que la gente cristiana tenía la seguridad moral de que estos niños gozaban de una felicidad natural en el limbo. Sobre esta “felicidad natural” centran su crítica los teólogos de la CTI. Pues creen que no se debe hablar de una felicidad natural. Eso 98 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 67-102, ISSN: 0470-3790

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz