PS_NyG_2011v058n001p0067_0102

LA TEOLOGÍA CATÓLICA ABANDONA LA TEORÍA DEL LIMBO tenía decretado para Nínive, la gran ciudad. Porque había en ella 120.0000 niños inocentes ¿cómo iba Él a castigarlos junto con un millón de culpables? El Dios de Jesucristo, aunque tenga decretado condenar a millones de niños que van a morir en pecado original, ¿no podrá levantar el castigo y, movido por su infinita filantropía, perdonarlos y admitirlos en el cielo? Esperamos, pedimos, deseamos que Dios así lo haga, dice la CTI. E invita a sus lectores a que partici­ pen de esta esperanza suplicante. Es lo más que, razonablemente, les parece pueden ofrecer. Como dice el documento de la CTI “ subraya­ mos que se trata de motivos de esperanza en la oración, más que de conocimiento cierto ” (n. 102). Es decir, la CTI no tiene noticias, no da información sobre lo que, de hecho, pueda pasar a esos niños. Pretende trasmitir esperanza e invitar a la oración. Podría preguntarse por las ventajas que, para nuestra ortodoxia y nuestra ortopraxis, pueda tener esta propuesta e la CI. Para nuestra ortodoxia, para nuestra fe tendría la ventaja de evitar que caigamos en la desesperanza total sobre el destino eterno de estos niños, pues lo dejamos en manos de Dios. Y es útil para nuestra ortopraxis res­ pecto de estos niños, porque nos estimula a rogar por su destino eterno. Unidos a la plegaria pública que la Iglesia hace por ellos. En la teología contemporánea (no en la de siglos pasados) se cultiva por muchos y no parece criticable, lo que se llama “la gozosa esperanza” de la salvación de todos los hombres. En efecto, es del todo seguro que, sobre todo hombre viador de siglos pasados, de la actualidad y del futuro, está pendiente (como una espada de Damo­ cles) la real posibilidad de la condenación eterna, dada la fragilidad extrema de la libertad humana Si embargo, cabe esperar, mantener la “gozosa esperanza” de que se llegue al final de la historia, y de hecho nadie haya sido condenado. No porque Dios libere del in­ fierno a los condenados de hecho (no hay apocatástasis de ningún tipo), sino porque, por que su inagotable misericordia, por caminos secretos para nosotros, evitó que cayesen en el infierno. Los niños que mueren sin bautizar ¿se les podrían aplicar los beneficios de esta gozosa esperanza ? La CTI no alude a esta hipótesis, que también podría sustentarse como una de las muchas posibilidades que Dios tiene en sus manos. Pero no salimos del mundo de las posibilidades. NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 67-102, ISSN: 0470-3790 97

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz