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LA TEOLOGÍA CATÓLICA ABANDONA LA TEORÍA DEL LIMBO Aceptado el problema y su importancia, los intentos de solución marchan por uno de estos cauces: a) el abierto por los que creen en la gracia original de todo hombre que llega al mundo; b) el abierto por los que creen en el pecado original. Concebidos en g ra cia original. No hay problema. Los niños na­ cen en gracia, mueren en gracia, van al cielo. Nosotros seguimos este camino, el único que tiene salida aceptable. Aunque vaya contra la opinión común de los teólogos: ucontra torrentem theologorum ”, que diría un autor barroco. Hemos explicado esta opción en páginas anteriores. Concebidos en p e c a d o original. Camino seguido por la genera­ lidad de los teólogos, durante siglos y ahora mismo. Es el que ahora no interesa, porque es el camino seguido por el documento de la CTI, que termina con esta conclusión: existe la p o sib ilid a d d e que, au n qu e mueran sin bautismo, tales niños lleguen a la vida eterna. Explicamos el contexto y alcance doctrinal de esta conclusión. Se supone, como principio metodológico, que nuestra teología, en la actualidad, no dispone de una respuesta positiva, medianamen­ te razonada, para comunicar a los lectores (n. 79). Tenemos que ha­ cer un ejercicio de teología apofática, a modo de la teología católica oriental (n. 14) Esta advertencia es indispensable cuando se trata de problemas de protología y de escatología. Los teólogos que estudian el problema, trabajan siempre con el supuesto de que los niños que mueren sin bautismo, mueren en pecado original y, por ende, son excluidos de la visión beatífica y destinados al infierno. Y es indudable que así sucede según la que llamaríamos “norma” a la que están sujetos estos niños: la ley del pecado original / í(lex commun iter conceptorum ,\ que decían los es­ colásticos. Cumpliendo las leyes establecidas por Dios en la actual, ordinaria, única economía/ administración de la gracia. Por tanto, en referencia a estos niños “morir sin bautismo” y “morir en pecado original”, no es formal y conceptualmente lo mismo, pero, de hecho, sí es lo mismo. Si Dios no interviene de modo extraordinario. NAT. GRACIA LV1II 1/enero-abril, 2011, 67-102, ISSN: 0470-3790 93

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