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ALEJANDRO DE VILLAMONTE “hombre caído” (en pecado original). Nace, en la teología occiden tal , la figura del “ hom o lapsus - hom bre c a íd o ”. Verdadero “árbol caído” del cual los teólogos cristianos nunca terminan de hacer leña, como dice el refrán. Además de esta presencia e influencia que el tema tiene en la antropología teológico científica la pregunta está presente en el ‘sen­ timiento del pueblo cristiano: el “sen su sfid elium ”, que varias veces menciona la CTI (nn. 5-6, 78, 28. 96, 100). Con mayor intensidad en nuestro tiempo. Este sentimiento cristiano viene provocado por la que llamaríamos dimensión cualitativa del problema; porque en ella se habla del destino eterno de los niños en cuestión. Pero también por la vertiente cuantitativa del problema. Es incalculable la cantidad de seres humanos que se encuentran en esta oscura situación. Vertiente estrictamente teológ ica : la que afecta directamente al concepto cristiano de Dios y a su actuación en la economía de la gracia ¿dónde queda la tan proclamada universalidad y generosidad de voluntad salvadora de Dios? Porque no se trata de la suerte eterna de un individuo concreto o un grupo reducido de seres humanos. Se trata de una inmensa multitud de niños indefensos e ‘inocentes’ que no se sabe que hayan hecho nada malo; que sin saber ‘por qué ley, justicia o razón’ se les excluye del cielo, para el cual, se dice solem­ nemente, han sido creados; y se les destina al infierno. Queda, pues, la pregunta por la suerte eterna de los niños que mueren sin bautismo que, con el correr de los años, ha logrado nota­ ble complicación doctrinal, por los temas teológicos que ha suscitado al ser discutida por diversos autores. Y por ende, logró adquirir el calificativo de cuestión muy difícil para muchos teólogos de siglos pasados y del nuestro (CTI, n. 70) Hay qu e em p eza r desde Cristo. Nuestro punto de partida son las conocidas palabras del Vaticano II: “En realidad, el misterio del hom ­ bre sólo se esclarece en el misterio d el Verbo e n c a rn a d o ” (GS, 22) Es claro que el tema aquí tratado entra dentro del misterio del hombre en su globalidad. Queremos esclarecer el misterio del hombre en el inicio de su existencia y en su destino último. En su momento proto- lógico y en el momento escatológico. Y ambos momentos intentamos esclarecerlos desde el misterio de Cristo. 80 NAT. GRACIA LV1II 1/enero-abril, 2011, 67-102, ISSN: 0470-3790

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