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LA VIDA PRESENTE Y LA FUTURA cariñoso, más amable, más preocupado por todos los problemas que surgen en la casa. Por eso, quiero agradecer al cuarto evangelio, al águila que en su vuelo solemne se sube y se pierde en las alturas, al presentador de la “alta” cristología... que nos haya hablado de la casa del Padre. Entre otras razones porque es, también, la nuestra; porque en ella habrá sitio para todos los que llamen y deseen entrar en ella a cualquier hora de su último día. En la casa del Padre nos encontraremos con los seres queridos que nos han adelantado y vi­ ven en la misma Casa. h) La vida eterna, de modo semejante a la temporal, es la mis­ ma para todos los que participan en ella. A todos les es concedido el mismo y único don de Dios, sin un más o un menos. Dios no puede ser más o menos de lo que es. Él es, no tiene. Él no da, se da. Pero, dentro de la igualdad de vida para todos los redimidos, Dios esta­ blece grandes diferencias. Como en la vida presente. Dentro de su identidad esencial existen diversas aptitudes, distintos quehaceres y responsabilidades, diferentes carismas. También en la vida eterna habrá diferencias teniendo en cuenta la medida e intensidad de las obras de fe, la fidelidad en la respuesta a la vocación divina, la generosidad en el servicio a los demás, el tra­ bajo realizado en la plantación de Dios (ICo 3,8), el mayor o menor valor de los materiales empleados en la construcción de la Casa de Dios (ICo 3,12-13)- Las diferencias en la vida eterna lo serán “en la gloria”, en el honor “de los elegidos”. Precisamente por eso no podrá crear envidias ni podrán aducirse agravios comparativos. Entrarán en el descanso aquellos que aceptaron la invitación a realizar el esfuerzo requerido para llegar al reposo o la paz defi­ nitivos tras la conquista de la tierra prometida. Dios ha construido una Casa para el descanso del hombre. Una Casa tan singular que en ella son inseparables el edificio, el Arquitecto y el Constructor de la misma. Aquí no puede separarse el proyecto de su ejecución. Ni de su finalidad, que es el descanso de todos losfatigados, carga­ dos y cansados . El Dueño de la Casa les ofrece a todos el descanso (Mt 11,28). Y el que entra en el descanso, también descansa de sus obras, como Dios descansó de las suyas. “Démonos prisa a entrar NAT. GRACIA LV1II 1/enero-abrü, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790 15

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