PS_NyG_2011v058n001p0007_0066

LA VIDA PRESENTE Y LA FUTURA cósmico de algunos deslumbrados por la sorprendente y actual era industrial. El enfoque dualista es nefasto. Dios acá y nosotros allá (o vi­ ceversa). El templo es sagrado y la librería de enfrente, profana. El cura, sagrado, y el seglar, profano. ¡Faltaría más! Y no digamos nada si en lugar de tratarse de “el seglar”, tratamos de “la seglar”... ¿No es, lo que resalto irónicamente, algo más que un jocoso trasunto del Derecho Canónico vigente, compendio de leyes medievales que otorgan al clero todos los privilegios y al seglar ninguno, salvo el de­ recho al pataleo? ¿Ya lo saben los seglares? ¿Y una Jerarquía que no sólo permite, sino que avala, la tremenda injusticia expuesta puede denominarse cristiana?... ¡Si a Jesús le condenó el Sanedrín, el sacro clero de entonces! ¿Acaso niegas la posibilidad de que hoy pudiera repetirse la historia? Cuando yo rechazo el dual “sacro-profano” es porque considero que Todo es sacro , puesto que todo es obra de Dios. Teniendo en cuenta la definición de la creación, “Dios que se da”, se deduce que “Todo es Dios”. Es a la vez Todo... ¡y Dios! La nube que ahora nos cubre es Dios como nube, las plantas, o el Ordenador son Dios como planta o como Ordenador. Si amo a todas las cosas, amo a Dios en ellas, pero reconociendo que Dios es más que todas las cosas. “¿Cómo puedes am a r a Dios a quien no ves, si no am as a l prójimo a quien ves ” (Ijn 4,20). La sagrado, la sacralidad, fue siempre considerada como atri­ buto de lo divino. Pero en el NT tenemos una actitud de reserva frente a las doctrinas “espiritualistas”. Además atengámonos a deter­ minaciones afirmaciones del NT: “Toda criatura de Dios es buena y nada hay reprobable tomado con hacimiento de gracias, pues con la p a lab ra de Dios y la oración queda santificado ” (ITit 4,4-5); “No destruyas p o r am or de la com ida las obra d e Dios. Todas las cosas son puras, pero es malo p a ra el hombre comer escandalizando”(Rom 14,20); “Todo es limpio p a ra los limpios, mas p a ra los impuros y p a ra los infieles nada hay puro, porque su mente y su conciencia están con tam inadas” (Tit 1,15). Esto me trae a la memoria la pregunta que un alumno hizo a Heidegger (+ 1976) después de escucharle una lección, le espetó: NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790 61

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz