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LA VIDA PRESENTE Y LA FUTURA El papel de Satanás se hace cada vez más superfluo ante las acentuaciones del valor de la ley, de la eficacia de las decisiones humanas y de su mérito, se devalúa el papel del acusador: Satanás ejerce hoy su influencia a través de muchas mediaciones y de mu chos mediadores. Pero especialmente debe subrayarse que Satanás ya no es el señor del presente eón y ni siquiera se cuenta con él para el momento del fin del mundo34. Si quieres personalizar, extiende la vista a tu alrededor por el terreno de lo religioso, de lo social y. sobre todo, de lo político, y en seguida adjudicarás al diablo muchos nombres y apellidos concretos. ¿Es que las peculiaridades humanas, llámense étnicas, políticas, eco nómicas o religiosas ¿no son buenas? Todo es bueno si su finalidad es la evolución positiva de la hu manidad. Pero lo que por naturaleza puede ser bueno en su origen, cuando en su devenir histórico se pretende monopolizarlo en bene ficio de un clan o grupo determinado, necesariamente excluyeme, ya se convierte en malo, porque todo lo excluyente, lo que separa, es diabólico. Todas las etnias, patrias y religiones tuvieron su razón de ser en sus propicias épocas históricas como caminos de evolución, pero hoy, en el siglo XXI, cuando el planeta Tierra se nos ha queda do pequeño, es evidente que resultan nocivas, lesivas, perjudiciales y, cuanto antes desaparezcan en pro de la armonía común, ¡mejor! Debe ser urgentísima, especialmente para los humanos sincera mente cristianos, la necesidad de un entendimiento armonioso con todos, de una eficaz justicia social, de una orientación más cultural y espiritual que pedagógico-política, más ecológica que economicista. ¿Se ha comenzado a recorrer este camino? Mi religión será el amor fraterno, mi patria el Universo, mi idio ma el que me permite entenderme mejor con mis hermanos, y mis intereses los comunes a la Humanidad. ¿Pero a los que nos gusta nuestra Navidad, nuestra religión, nuestra patria, nuestra lengua... 34 Cf. W. JÁEGER, En busca del Sentido de la Vida, Madrid, Narcea, 1995, 88; bajo el título Espiritualidad catafática y apofática, explica con admirable claridad el sentido de estas dos clases de oración, optando por la Sin imágenes de la Divinidad. NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790 59
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