PS_NyG_2011v058n001p0007_0066

LA VIDA PRESENTE Y LA FUTURA blar del daimonismo, teniendo en cuenta la palabra griega “daimon”, para designar al demonio). Por eso, en el lenguaje del demonismo las experiencias íntimas del hombre son consideradas como visitas recibidas del exterior. Según la mentalidad antigua la enfermedad no es un desarrollo orgánico, sino que es debida a una mano demoníaca. Una ilustración particularmente atractiva sobre esta cuestión nos la ofrece el texto de Is 53, 4: La enfermedad y desfiguración del “siervo p a c ien te ” es un “golpe d e E lohim ”: Pero f u e él, ciertam en te , “qu ien tomó sobre s í nuestras en ferm ed ad es y cargó con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos p o r castigado y herido p o r Dios y hum illado ” (Mt 8,17). Nos ocurre también a nosotros en nuestro lenguaje: cuando afirmamos que un hombre, o nosotros mismos, ha sido golpeado o castigado por la enfermedad, por un acceso de temor o de amor, estamos utilizando, a veces inconscientemente, el lenguaje del demo­ nismo; el golpeador es el demonio. El perfeccionamiento del lenguaje religioso y de la investigación psicológica tiende a trasformarse más y más y a interiorizarse desde los agentes claramente externos a una mera personificación de un estado psíquico. En otras palabras, el hombre comienza a hablar del espíritu turbado en lugar de hacerlo del espíritu perturbador: Esta ambigüedad, o mejor aún, ambivalencia, tiene especial cabida en la Biblia, donde no siempre es absolutamente claro si el operante es el espíritu o es el principio o sujeto responsable sobre el que opera31. Un ejemplo de la influencia del entorno cultural en la Biblia te­ nemos en los siete espíritus m alos : “Yahvé te herirá d e tisis, d e fiebre, d e in flam ación , d e ardor, d e sequía, d e qu em adu ra y p od redum b re (son mencionados “siete espíritus m a lo s ”), qu e te persegu irán has­ ta destru irte” (Dt 28,22), que son tan conocidos en la literatura de Mesopotamia y son considerados, a su vez, expresamente como los agentes de Irra, el dios de la enfermedad. Entre el Señorío d e Dios, por una parte, y el p rín cip e d e este mundo, p o r la otra, se ha instalado El p o rta d o r d el reino d e Dios 31 Cf. B. LINDARS, Jesús. Son ofMan, London, Eerdmans, 1983, 13. NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790 57

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz