PS_NyG_2011v058n001p0007_0066

LA VIDA PRESENTE Y LA FUTURA pudo ésta apoyarse sobre aquella? Creo que este es el punto neurál­ gico de la cuestión. La respuesta es la siguiente: Fue la resurrección personal de Jesús la que resucitó el pasado de Jesús. Fue este acon­ tecimiento el que hizo que las designaciones utilizadas para describir el verdadero ser y quehacer de Jesús: nombres, dichos, sentencias, parábolas, enseñanzas sorprendentes... lo que hizo que la jesuología se agrandase, se magnificase y se concretase en los títulos cristológi- cos cuya finalidad es situarnos en el terreno del misterio. La promesa que hace Jesús a sus discípulos sobre la visión del Hijo del hombre sobre el que suben y bajan los ángeles (Jn 1,51), tie­ ne un claro paralelismo con lo que contesta al sumo sacerdote: “Ve­ réis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y venir sobre las nubes del cielo”(Me 14,62). Por tanto, Jesús está hablando desde su constitución en Señor y Cristo, en Hijo del hombre, a partir de la resurrección (Hch 2,36; Rom 1,3-5). Jesús es constituido en aquello que ya era al hacer plenamente partícipe de ello al Jesús como tal, al hombre, al que nació y vivió en nuestra historia, al Jesús histórico. Ese “molde”es llenado de lo que es propio de Cristo28. Que Jesús fue constituido en Hijo del hombre lo dice el texto de Me 14,62. Aquella piltrafa humana que el sanedrín tenía delante se convertiría en el Hijo del hombre que juzgaría a los que le esta­ ban juzgando. La diferencia con el cuarto evangelio es que Jesús en los Sinópticos es constituido en el Hijo “apocalíptico” del hombre, mientas que en Juan se prescinde del calificativo “apocalíptico”, y ello no por una desescatologuización, sino por una anticipación de la revelación futura, por una epifanía proléptica, que corresponde en gran medida a la historia del bautismo de Jesús29. El Niño de Belén fue el Arquetipo Humano que la subhuma- nidad de entonces necesitaba para que le enseñara a evolucionar, a ascender a Humanidad, la única especie divinizada con el Espíritu del Innominado. Y su llegada supuso un inenarrable premio al libe- 28 Cf. C. COLPE, Hó Huios toy Anthropou, en TWzNTVIU , en un amplio artí­ culo 407-481. 29 Cf. T.H. GASTER, Demon. Demonologie, en The Interpreter's Dictionary of the Bible, A-D., New York, Abingdon Press, 1962, 817-821. NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790 55

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz