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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS h ) A tribu to s D ivinos Haciendo gala de una audacia un tanto petulante puedo in­ tentar “concretar” a la Divinidad en algunas figuras retóricas algo ilustrativas, sugiriendo que pueda ser una Omnipotencia Amorosa, o bien una Suprema Energía Creadora... que no tengo idea de lo que son en cuanto a su magnitud inabarcable. Los calificativos “am orosa y c r e a d o r a ” son considerados p o r s í com o equivalentes , aunque el concepto de Creación nos sitúa ante otra inmensa incógnita. Nuestra ciencia trabaja actualmente con magnitudes de decenas de miles de millones de “años luz”, que se desplaza a 299, 792,5 kms. por segun­ do, pero el común de los humanos somos incapaces de asumir, en nuestra limitada comprensión, tales magnitudes; y la Ciencia admite hoy, como Sócrates hace casi 3000 años “que no sabe nada”. Los científicos son más humildes que algunos eminentes miembros de nuestro alto clero que, además de saberlo todo, hasta deciden lo que es bueno y lo que es malo. ¿Cómo vamos a saber algo de la Divinidad, qu e es Infinita, sien ­ do nosotros fin itos? Nos movemos en dim ensiones muy lim itadas; el menos en nuestra existencia en este Planeta, tan insignificante que no se puede ver desde la estrella más próxima al Sol, situada a 4,3 años luz. Y existen en el firmamento conocido, como aseguran prestigiosos cosmólogos, más estrellas que granos de arena en todas las playas de la tierra, que era nada menos que el centro del Uni­ verso para los hagiógrafos que escribieron la Biblia y para nuestros semejantes, hasta hace poco más de 300 años... ¡Qué cosas, cu an d o la C iencia d e hoy adm ite la p osib le existencia d e múltiples superuni- versos qu e ni siqu iera p od em o s intuir! Y lo mismo que con el macro­ cosmos nos ocurre con el microcosmos. Ante la imposibilidad absoluta de concretar la Divinidad, hemos de limitarnos a entenderla a través del Maestro, el humilde artesano de Nazaret, el Primogénito de nuestra familia humana, que vino a esta pequeña aldea terrena para enseñarnos a amar, ; a Ser. Se nos ha revelado que se nos medirá (“no juzgará”, como muchos afirman) por el Amor. Tanta cantidad de amor, ; tanta cantidad de salvación. 42 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790

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