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LA VIDA PRESENTE Y LA FUTURA g ) E l r e lic a r i o in te r io r Cristo vive o habita en el corazón de los creyentes: “Que Cristo habite p o r la f e en vuestros co razon es ” (E f 3,17). Esta vida o habita­ ción de Cristo en el creyente ha sido comparada con un relicario interior. El hombre lo necesita como el centro de su vida para im­ pulsarla constantemente hacia delante; para soportar con entereza indomable el pesado yugo diario de la existencia con sus temores y esperanzas, con sus ansiedades y responsabilidades. El hombre ne­ cesita un relicario en el que sienta la proximidad-presencia del Señor. De él recibirá la luz y el poder para ser leal a los principios funda­ mentales de la vida; para alejarse del sin sentido, de la dispersión, de la corrupción. El apóstol Pablo, al hablar de la habitación-presencia de Dios o de Cristo en él y en los cristianos se refiere a este relicario interior: í(Pero llevamos este tesoro en vasos d e barro, p a r a qu e la ex celen cia d el p o d e r sea d e Dios y no p a r e z c a nuestra ” (2Co 4,7) 22. La monolítica estructura clerical, tan paradójica como absurda en esta época en que vivimos, puede tener su razón de ser en la os­ cura e inculta edad media, pero hoy representa para el Cristianismo una traba asfixiante de la que habremos de librarnos rápidamente si queremos que nuestra Religión subsista. Y, al fin y al cabo, en nuestra Iglesia, sobre todo en sus bases y en su clero vocacional, hay mucho más bueno que malo, gracias al Indefinible, a lo Inefable, a lo Verdadero, como lo denomina Juan: “ Pero sabem os también qu e el Hijo d e Dios h a ven ido y nos h a d a d o inteligencia p a r a con o cer a l Verdadero. Y nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios v erdadero y la vida ete rn a ” (ljn 5,20 ) 23. ¿Qué entendemos por tales atributos o por Abba? ¡Qué Dios tan mínimamente pequeño sería si yo o cualquiera de nuestros dirigen­ tes, incluidos los máximos jerarcas, pudiéramos explicarlo, definirlo ó demostrarlo! Volveríamos a reincidir en el an tropom orfism o , del que nos resulta tan difícil salir. 22 Cf. C. SABUGAL, Anástasis. Resucitó y resucitaremos , Madrid, BAC, 1993, 203. 23 Cf. J. BEHM, Morfóo, metamorfosis , en TWzNTlV, 761. NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790 41

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