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LA VIDA PRESENTE Y LA FUTURA daísmo y de Yahvé fue Moisés, no Abrahán, que estableció las bases de su monoteísmo -que, más bien habría que llamado “monolatría”, porque no pasa de ser eso; el monoteísmo estricto tardó varios si­ glos en ser formulado como tal- con lo que consideró conveniente asumir de las culturas religiosas periféricas , creando un dios indis­ cutiblemente antropomorfo al que, lamentablemente, casi todos los creyentes seguimos vinculados. Y como tal dios fue, además de creador del universo de enton­ ces , que no es ni trasunto del actual, legislador, juez, guerrero, ven­ gador, nacionalista, y otras cosas más, que no se asemejan en nada al Abba del Artesano de Nazaret, que sólo se nos manifiesta como amor, cuyo único atributo es Dar, ; o su equivalente crear. Jesús, como Akhenaton 1360 años antes, desmontó el tinglado religioso de su época, defraudó a los que esperaban un Mesías libe­ rador, y como Akhenaton, el clero y el nacionalismo decepcionado lo eliminaron. Como ya hemos apuntado, el Yahvé del AT era, además de crea­ dor, un buen legislador y juez, que premiaba a los “buenos” con ri­ quezas y dicha y castigaba a los “malos” con miserias y desgracias. Es decir, un buen retributivo de su grey. Un dios “financiero”, pero con las finanzas colocadas en la cartilla de “los buenos”, de los suyos. Los paganos eran sus enemigos, que había que exterminar. Sin embargo, el Abba de Jesús, hacía llover lo mismo sobre justos y pecadores, y manda matar el ternero cebado para celebrar la vuelta al hogar del “hijo pródigo”. En sus categorías, y, desde el examen serio de la pa­ rábola que llamamos del “hijo pródigo”, el “malo”, al que llamamos “hijo pródigo” es “el bueno” y éste, que no había transgredido ni una sola de las prescripciones de su padre es “el malo”. La jerarquía de valores cambió radicalmente con la aparición del Enviado a nuestra tierra. Además, Jesús asegura que su mayor alegría, como la de su Pa­ dre, se la proporcionan no “los buenos” -en el sentido que entonces lo mismo que ahora damos a este calificativo- sino los pecadores arrepentidos, los que acuden a él para obtener, desde una necesidad profundamente sentida, el perdón y la misericordia. Parece ser que, en las categorías de Jesús, el pecador arrepentido es el que deja de NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790 35

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