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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS más bien colocado aquí después de la elaboración del mismo, sitúa el sustantivo “vida” en una doble perspectiva: la primera la califica de actual, presente, transitoria y terrena, y la otra hace referencia a la vida como futura, venidera, permanente, imperecedera o celeste. En cualquier caso, los calificativos aplicados al sustantivo “vida” nos obligan a pensar en la existencia de dos formas diversas, de tiempos distintos, de contenido diferente, por lo que se refiere al sustantivo al que son aplicados. El sustantivo sigue siendo válido. Lo son también los calificativos situados en el momento adecuado al que pertenecen y que los constituye en aquello que expresan. El presente artículo tiene como centro de gravedad tanto el sus­ tantivo como los adjetivos calificativos que ella sustenta. De momen­ to, debemos exponer aquello en lo que coinciden calificativos tan distintos al sustantivo al que son aplicados. Para ello recurriremos a una especie de dos apartados. En el primero, desarrollaremos aque­ llo en lo que coinciden; es el primer punto. Vendrán, a continuación, otros puntos que matizan la diferencia entre el primero y el segundo apartado. 1 . C o in c id en c ia s d iv er g en tes en tr e las d o s fo rm as d e v id a a) La vida, de forma absoluta, es una realidad cuya oposición radical es la muerte. En su forma actual la vida se desarrolla pro­ gresivamente. Es el don concedido por Dios con el doble aspecto de transitoriedad-permanencia; promesa-cumplimiento; imagen-rea­ lidad; sombra-perfección. El NT recurre a muchas imágenes para ex­ presarla: pertenece al Reino, a la verdad, a la luz, a la vida, al mundo de arriba; es paz, alegría, liberación, gozo. Imágenes procedentes de nuestra experiencia y perfectamente legítimas para expresar el ensayo de una vida querida por Dios y que parezca y se acerque a la suya. Los puntos siguientes (ocho en total), sobre la base de lo expuesto, intentan precisar las características de la vida eterna. La vida de los cristianos está centrada en el “sí” constantemente renovado a la situación en la que hemos sido redimidos por Cristo en la muerte; en la entrega incesantemente ordenada a la superación 8 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790

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