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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS ensayo que hemos hecho mediante nuestra vivencia de la fe cristiana mientras vivimos en este mundo. Sencillamente porque el futuro que esperamos se ha hecho presente, se ha convertido en un aconteci­ miento actual que, además, es el verdaderamente determinante de la existencia cristiana. Ella gira y está polarizada en torno a un presente anticipador del futuro8. b) Mi segunda forma de vida comienza en el momento del final de mis días. A esto lo llamamos muerte. Se acabarán mis días; ter­ minarán mis conocimientos de la vida presente; cesará mi laborioso esfuerzo por penetrar el sentido de aquello que me ha impulsado a caminar. Si esta descripción reflejase mi última realidad sería dema­ siado trágica. Afortunadamente no es así. Este final genera el prin­ cipio de lo que yo no sé de la vida, de la Vida creída, incoada y, de algún modo, experimentada. Es el génesis, el principio de la Biblia y de la vida. Es mi último día bíblicamente hablando. Dios habla de ese día como de su día, el día de Dios (2Pe 3,12; Ap 16,14). Los que hablaron de él, por ejemplo en los dos textos últimamente citados, lo hicieron con la frondosa y pavorosa imaginería apocalíptica, al estilo del “dies irae”. El NT considera como intercambiables las expresiones siguien­ tes: “El día de nuestro Señor Jesucristo ”, o simplemente, “el día de Cristo”, “el día del Señor”. Ese día se halla acompañado casi siempre de una precisión: “el día del juicio” o “el día del gran juicio”, “el día del Mesías”, “el día del Elegido”, “el día del Siervo”. Cuando hablo del final de mis días, del tiempo último, con estas referencias no controlables por medios humanos, estoy afirmando que me muevo en el día de Dios. No en su tiempo, porque su ser se caracteriza por la atemporalidad. Lo mismo que yo, cuando par­ ticipe plenamente en su día. Mientras llega ese momento, el día de Dios, “lo temporalizo, lo historifico, lo personalizo” en mi existencia humana. Mi último día presupone que Dios me sitúa en el suyo me­ diante la resurrección. Lo mismo que hizo con su Hijo. Mi último día 8 F. FERNÁNDEZ RAMOS, El final del camino , El Nuevo Testamento y los acontecimientos últimos , Salamanca, UPSA, 1999, 138ss. 22 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790

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