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FELIPE FERNÁNDEZ RAMOS Para la fe, el reino de Dios es presencia; también lo es para la vida eterna. Cristo fue la presencia de Dios en nuestro mundo; trajo la gracia y el perdón de los pecados; la misma finalidad persigue la vida eterna; donde hay perdón de los pecados hay vida y bien­ aventuranza; esto lo ofrece en plenitud la vida eterna. Acabamos de decir que el primero de los puntos mencionados en este desarrollo establece el fundamento de los nueve restantes. j) Del conjunto de todas las reflexiones anteriores se deduce que puede hablarse de la vida eterna en el presente, aunque sea una rea­ lidad futura: es futuro y presencia, misterio de fe que será revelado y que actualmente se manifiesta en la fe y en las obras. Entre los senderos y vericuetos plagados de sorpresas y de difi­ cultades insalvables se halla el rodeo d e la mística. Es la mejor pre- sencialización de la vida eterna. Sólo quien pueda decir “y a no vivo yo, es Cristo qu ien vive en m í” (Gal 2,20 ) o quien pueda escuchar que “el Hijo en el qu e creemos, es la p len a m an ifestación d el Padre o d e la vida e te rn a ” (Jn 14,10-11) o quien se decida a esperar como verdaderas las palabras de Jesús en su oración al Padre: “ Quiero qu e estén d on d e y o voy a estar. ..p a r a qu e vean mi g loria ”(Jn 17,24), sólo él verá con claridad ya en este mundo la vida eterna con la visión “experiencial” o “vivencia” que supera toda certeza. 2 . E n s a y o y t r á n s i t o d e u n a fo rm a d e v id a a la o t r a El presente título se halla justificado desde el suceso de la muer­ te. Cuando aquí hablamos de ella, no la consideramos como un su­ ceso natural, como una consecuencia de la mortalidad humana; ni siquiera se nos ocurriría pensar en ella como una derivación de un pecado cometido en el pasado cuya gravedad hizo perder al hombre el privilegio de la inmortalidad. Afortunadamente esta inverosímil y curiosa historia pertenece a un pasado ansioso del control absoluto de lo que Dios hizo y de lo que el hombre deshizo. Consideramos la muerte a la luz del evangelio. Lo mismo que la Biblia consideró la amenaza de la muerte dirigida a los primeros padres si comían del fruto del árbol prohibido desde la gracia de la 1 8 NAT. GRACIA LVIII 1/enero-abril, 2011, 7-66, ISSN: 0470-3790

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