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EL MISTERIO DEL SOBRENATURAL A LA LUZ DE LA ‘CONTINGENCIA SINCRÓNICA’ IV. SABEMOS A QUIÉN CREEMOS, AUNQUE NO LO COMPREN DAMOS Pero los cristianos razonables y razonantes creen y saben en quién y a quién creen. Y, como quiere San Pedro, “están dispuestos a d a r respuesta a todo el qu e les p id a razón d e su e sp e r an z a ” (1P 3,15). Su fe tiene sólo sentido si entre el Dios personal, necesario y eterno, y sus criaturas surgidas por el poder de Dios desde la nada, existe al menos un cauce real por el que se vislumbre la posibili dad de la revelación divina. Si se cree porque Dios lo dice, algún contacto tiene que haber con Él dentro del cual se escucha su pa labra. Es lo que San Pablo afirma sin rodeos: "Pues lo qu e d e Dios se p u ed e conocer, está manifiesto (en los hombres): Dios se lo manifestó. Porque lo invisible d e Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través d e sus obras: su p od e r eterno y su d iv in idad” (Rm 1,19-20 ), como ya lo había comprendido en el AT el autor de la Sabiduría: uPues d e la g ran d eza y hermosura d e las criaturas se llega, p o r analogía, a contemplar a su Autor” (Sb 13,5). Frente a la invasión racionalista por una parte y, por otra, del fideísmo intelectualmente apocado de los siglos XVIII y XIX, el con cilio Vaticano I se creyó obligado a disipar las dudas de los católicos afirmando la cognoscibilidad natural de Dios: “La misma santa Madre Iglesia sostiene y enseña qu e Dios, principio y fin d e todas las cosas, p u ed e ser conocido con certeza p o r la luz natural d e la razón hum a na partiendo d e las cosas creadas “Si alguno dijere qu e Dios vivo y verdadero, cread o r y señor nuestro, no pu ed e ser conocido con certeza p o r la luz natural d e la razón hum an a p o r medio d e las cosas qu e han sido hechas, sea an a tem a ”6. La cognoscibilidad natural de Dios como razón suprema y per sonal de la realidad del mundofue siempre el núcleosustentador de la filosofía cristiana. Se concebirá comoidea que se impone inme diatamente en la reflexión sobre nuestra inteligencia, como lo vie ron, por ejemplo, San Agustín y San Buenaventura; o demostración 5 DH 3004. 6 DH 3026. NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 579-598, ISSN: 0470-3790 587
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