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EL MISTERIO DEL SOBRENATURAL A IA LUZ DE LA ‘CONTINGENCIA SINCRÓNICA’ el designio de Dios sobre su obra de salvación que trasciende toda posibilidad de nuestro conocimiento natural, certifica y precisa la idea natural de Dios, posiblemente equivocada en algún aspecto. Siendo difícil a muchos hombres llegar por el razonamiento personal a una idea correcta de Dios, les resultará fácil cuando les es comunicada por otros hombres más fiables y sobre todo por la revelación de Dios. No lo es, sin embargo, cuando les viene comunicada por el testimonio de los más inteligentes. Cuando lo oyen, se pueden dar cuenta de que tiene que ser, que tiene que existir una razón o causa trascendente o infinita. V. EL DIOS DE LA RAZÓN O DE LA FILOSOFÍA ES EL MISMO DIOS DE LA REVELACIÓN La revelación divina contenida en la Sagrada Escritura tiene ciertamente como objeto primario hacer saber al hombre su destino sobrenatural, que sobrepuja en absoluto su capacidad intelectiva. Es la verdad que “ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni a l corazón del hombre llegó, lo qu e Dios p reparó p a r a los qu e le am an ” QCo 2,9). Pero esta verdad la presenta con la información sobre realidades que el hom­ bre puede conocer naturalmente. Y una de estas posibilidades es el conocimiento de Dios: “ Porque lo invisible d e Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través d e sus obras: su p od e r eterno y su d iv in idad”(Rm 1,20). Esto muestra que el Dios, asequible a la razón purificada de elementos irracionales que la condicionan o asedian en su existencia terrena, es el mismo Dios de la revelación. Sin embargo la razón se queda fuera de su intimidad. El conocimien­ to natural de Dios se queda en una lejanía de lo indefinido y universal. Santo Tomás reconoce que por los efectos se puede llegar al cono­ cimiento de que Dios existe como causa última, pero no se le puede conocer como es Él en sí mismo. “P or efectos no p ropo rcion ales a la cau sa no se p u ed e tener un conocim ien to exacto d e la causa. Sin embargo, p o r cu alqu ier efecto p u e d e ser dem ostrado claram en te qu e la cau sa existe, com o se dijo. Así, p o r efectos divinos p u e d e ser demos- NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 579-598, ISSN: 0470-3790 589

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