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PLATÓN Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA PALABRA rísticas de las almas de sus oyentes. El retórico, si quiere persuadir y enseñar, “clasificando los géneros de discursos y de almas, así como sus afecciones, expondrá todas las causas, acomodando a cada género el suyo, y enseñando qué clase de almas, po r efecto de qué clase de dis cursos, y p o r qué causa necesariamente se convencen, unas sí, y otras no”. A diferencia de cualquier texto escrito o entorno virtual, un maestro, profesor, o simplemente alguien abierto al diálogo, puede tomar en consideración a su oyente o interlocutor, atender a las pe culiares características, diría Platón, del alma del que aprende, em pleando así las palabras y recuerdos que considere más oportunos, de acuerdo con la naturaleza de los propios conocimientos que se transmiten, de quien los recibe, e incluso del momento y la situación en que todo ello tiene lugar. El filósofo nos está advirtiendo, por medio de un escrito, que los textos nunca podrán compararse con un individuo que desea enseñar. Cuando afirma esto, sin duda piensa en su maestro, en Só crates, aquel hombre desaliñado que buscaba con quién conversar por las calles y plazas de Atenas. Y es que su mayor preocupación era el cuidado del alma (0epa7i£Ía xfjc; vj/'ox'nq)33, tanto de la suya como de la de quien con él dialogaba, pues sabía que la es la que aprende, recuerda, argumenta e imagina y que todo lo demás no son sino herramientas y complementos que pueden estimular y traer al recuerdo, pero no aportar verdadera sabiduría. Así lo explicaba en su juicio: “En efecto, voy po r todas partes sin hacer otra cosa que intentar persuadiros, a jóvenes y viejos, a no ocuparos ni de los cuerpos ni de los bienes antes que del alma, ni con tanto afán, a fin de que ésta sea lo mejor posible, diciéndoos: *No sale de las riquezas la virtud para los 53 PLATÓN, Laques , 185e. NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 537-578, ISSN: 0470-3790 569
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