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IGNACIO GARCÍA PEÑA representante, que busca comprender las intenciones del sujeto crea­ dor a través del texto en el que ha plasmado sus pensamientos. Por otra parte, la hermenéutica contemporánea, como se sabe, ha toma­ do otros derroteros y, de acuerdo con Gadamer51, se trata más bien de actualizar el sentido del texto, fusionando lo que éste dice con nuestros prejuicios y conocimientos, sabiendo que estamos inmersos en una tradición que, en cierto modo, configura las preguntas que dirigimos al texto y los intereses con los que no acercamos a él. Así, en contra de lo que parece señalar Platón, y aunque la consideración del autor siga siendo fundamental en el fenómeno de la compresión textual, lo escrito se ha independizado de su propio autor. La filosofía, que en última instancia no es otra cosa que el deseo de conocer, encuentra su más significativa expresión en la duda, evi­ tando siempre la aceptación dogmática. Pero, por más textos que se consulten, nada mejor que un diálogo con aquél que ya sabe, y para el cual las palabras escritas no son sino recordatorios que funcionan a modo de estímulo para rescatar del fondo de la memoria aquello que se conoce; y éste, además, a diferencia de la inerte tecnología, puede entender las motivaciones de quien aprende, adecuando sus palabras a las capacidades e intereses de su auditorio y lanzándolas, como el hábil arquero, en el momento oportuno. Y es que, diría Platón, no hay mejor enseñante ni orador que el que es capaz de conocer las almas de quienes le escuchan, su capacidad para obrar y padecer, y que, de acuerdo con ello, elabora los discursos más estimulantes y persuasivos52. En consecuencia, no se trata sólo de la posesión de conocimientos universales, sino que éstos se han de combinar con la atención a las circunstancias y a las cambiantes al­ mas de quienes aprenden. Para el filósofo ateniense la verdadera retórica, que es a la vez filosófica y didáctica, no sólo ha de considerar lo universal, ni tam­ poco exclusivamente los conocimientos o la información que posee, sino que debe atender en buena medida a las particulares caracte- 51 H. G. GADAMER, O.c., esp. 453-458. 52 Véase, PLATÓN, Fedro , 270c-271b. 568 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 537-578,ISSN: 0470-3790

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