PS_NyG_2010v057n003p0537_0578
IGNACIO GARCÍA PEÑA dacción de un texto necesita ser complementado por ese otro de la recepción43. Lo fastidioso del escrito, según el párrafo citado, es que no puede desempeñar la función deseada por el autor tan bien como el discurso oral, ya que no sabe a quiénes se dirige, quién habrá de leerlo. Al verdadero retórico, por el contrario, no le basta con seguir las normas de la composición para alcanzar la perfección de su arte, pues no sólo ha de atender al contenido de sus palabras, al orden de los argumentos y la forma de expresión sino también al auditorio al que se dirige, a las almas de aquellos que lo escuchan, ya que no todos los discursos resultan igualmente persuasivos, sino que varían en función de los tipos de alma a los que se dirijan. Sin embargo, como será evidente, no hay tecnología capaz de tales conocimientos, pues lo valioso de los textos y de los nuevos medios de transmisión de la información es su capacidad para almacenarla y hacerla accesi ble a todos en cualquier momento y lugar. Pero, se pregunta Platón, ¿qué ocurre cuando esta información no aclara todas nuestras dudas? Que necesitamos la ayuda de su padre, del autor, para alcanzar la comprensión y el conocimiento que buscamos, ya que necesaria mente corremos el riesgo de malinterpretaciones y confusiones, que en ocasiones ni siquiera el contacto directo es capaz de suprimir. Platón, como escritor, mantiene también cierto recelo por lo que respecta a la inadecuada recepción de los textos, especialmente en una sociedad cuya restaurada democracia parece estar al servicio de represiones y venganzas después de muchos y muy largos años de terribles guerras, hambrunas y enfermedades. Sócrates no escribió nada y, a pesar de ello, los intereses de determinados individuos consiguieron condenar al que, para Platón, era el más justo y sabio de todos los atenienses. Es normal, en consecuencia, que albergue cierto temor a propósito de la posibilidad de malinterpretación de los textos, especialmente cuando, como en la gran mayoría de los casos, no está presente su padre para defenderlos. Así, el fabuloso 43 Un buen análisis de esta brillante intuición platónica se encuentra en: Juan MERINO CASTRILLO, Elfundamento de la interpretación de textos en el mito plató nico del origen de la escritura , en Volubilis 7 (1999) 75-101. 562 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 537-578,ISSN: 0470-3790
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz