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IGNACIO GARCÍA PEÑA conllevar, como establecía la profecía del rey egipcio Thamus, los efectos contrarios a los que se pretende inicialmente. También es cierto que Internet permite la edición constante de los contenidos38, de manera que podemos corregir los errores descubiertos, aunque la cantidad casi infinita de información lo convierte de igual forma en una tarea eterna. Aunque es verdad que, en cierto modo, esta capa cidad de eliminar lo que se ha mostrado como falso o incorrecto y volver así a plantear una nueva tesis guarda un cierto parecido con el método socràtico-platonico. Con todo esto podemos figurarnos ya lo que el filósofo está echando en falta en esta nueva tecnología de la comunicación. La inmovilidad, que pasa por ser uno de los atributos de las Formas inteligibles, meta del conocimiento según Platón, no parece una cua lidad positiva en este mundo sensible y cambiante en el que vivimos y actuamos39. El discurso escrito es al oral lo que animal disecado al vivo; ambos constituyen una imitación, una réplica casi perfecta que, sin embargo, es siempre del mismo modo. Pe i nos fijamos en los propios textos platónicos y en el personaje ^ntral de casi todos ellos, observaremos la sensación de movimiento que el autor nos quiere transmitir mediante giros en la conversación, vueltas al punto de partida, aporías, falacias y finales que posponen la conclusión para otra ocasión. Y es que un escrito ha de ser dogmático por su propia naturaleza, mientras la filosofía debe consistir precisamente en lo contrario. El alma humana, en contra de lo que casi siempre se piensa, es para Platón esencialmente movimiento40, una lucha cons- 38 Steiner destaca que esta capacidad de los medios informáticos de revisión y corrección se asemeja en cierta medida a la oralidad socrática, aunque reconoce que “el alfabetismo electrónico, con su ilimitada capacidad de almacenamiento y búsqueda de información, con sus bases de datos, incide negativamente en la memoria ” (G. STEINER, O.c., 39). 39 El problema del movimiento en la filosofía platónica, que en los diálogos tardíos ocupa también un lugar en el ámbito inteligible, ha sido estudiado con dete nimiento en: J. B. SKEMP, The tbeory o f motion in Plato’s later dialogues, Cambridge, Cambridge University Press, 1942; y también en el ya clásico análisis del Teeteto y el Sofista-. F. M. CORNFORD, La teoría platónica del conocimiento , Barcelona, Paidós, 1983. 40 PLATÓN, Fedro , 245c-d; y Leyes , 896a. 560 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 537-578,ISSN: 0470-3790
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