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PLATÓN Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA PALABRA realidad una pintura, es grafía, una representación visual capaz de transmitir y almacenar lo que de otra manera se perdería. Pero, del mismo modo que un retrato es una imitación de algo vivo y en movi­ miento, las letras y los textos son capaces de apresar algo tan efíme­ ro como la palabra pronunciada. A pesar de ello, se ha de observar una diferencia fundamental, pues en el retrato o la escritura no hay vida ni pensamiento. Un texto puede expresar una enorme variedad de información, sugerir situaciones, sentimientos y pensamientos; no obstante, cuando el lector tiene una duda o quiere saber más sobre el asunto, de nada le sirve preguntar, ya que los caracteres escritos son inertes e inmóviles y responden lo mismo una y otra vez. Una imagen de una persona podrá ser todo lo artística y perfecta que se quiera, pero nunca podrá ser nada más que eso. Siendo así, la persistencia e inmovilidad de lo escrito, sea en papel o en formato digital, se ven necesariamente acompañadas de un cierto dogmatismo37, por su incapacidad de cambiar de opinión. No sorprende que, desde muy antiguo, los libros se hayan tomado como autoridad inamovible en determinados ámbitos de la sociedad, y que, al contrario, hayan sido quemados y ocultados tantas veces, dado que pueden expresar constantemente algo que se considera falso, o al menos inconveniente. En nuestro mundo contemporá­ neo este hecho se ve incluso agravado, pues las molestias de la impresión y edición de libros implican generalmente una profunda revisión llevada a cabo por varias personas, destinada a la supresión de errores de todo tipo, lo cual, obviamente, no evita que en mu­ chas ocasiones se publiquen textos que quizá no lo merecen. Sin embargo, la facilidad que nos otorga el entorno virtual, en el que cada uno de nosotros puede escribir o incluir imágenes en la red a su antojo, favorece la comunicación y el intercambio de información de una manera inimaginable años antes, pero también elimina casi por completo el rigor y la veracidad de lo publicado, algo que ya era complicado antes de la aparición de esta nueva tecnología. Si­ guiendo, así pues, a Platón, hemos de hacer notar que el exceso de confianza y la aceptación irreflexiva de estos nuevos medios puede 37 W. J. ONG, O.c., 81. NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 537-578, ISSN: 0470-3790 559

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